Llega
ese día en el que el tiempo se detiene, la noche se vuelve testigo de aquel
momento que te acoge, miras esa foto en la que parece que nada importa, más que
jugar y soñar con lo que depara el futuro, sonríes porque observas cómo pasa el
tiempo, cómo pasan los años sobre aquel pequeño.
Te cuestionas si acaso ese niño ha logrado todo lo que un
día se propuso, quizá algúnas cosas, pero, ¿es acaso ese adulto lo que el niño quería ser?,
¿es ese adulto lo que aquel niño esperaba ser? Recuerdas que crecer es más allá de responsabilidades, de
hacer aquello que todos los adultos hacen, preocuparse, estresarse, olvidarse
de lo que un día soñaba cuando era un niño, ser adulto es aceptar que de
vez en cuando estarás bajoneado, aceptar que de vez en cuando estarás
emocionado, aceptar que de vez en cuando estarás enojado, es aceptar que estás
soñando.
Somos
humaños, ¿merece la pena esconder sentimientos, sólo para aparentar ser
fuerte?, ese es el secreto de crecer, de madurar, de transformar para
cambiar; crecer es aceptar
que no eres perfecto y por lo tanto no debes castigarte por esto.
Madurar
es ver lo que te rodea sin olvidar tu esencia, madurar es cambiar para ser
mejor sin olvidar que puedes cometer un error, madurar es más que sonreír
cuando no te apetece, siempre preocupado por lo que dirá la gente, crecer es
centrarse en lo importante y olvidarse de lo acontecido, mirar hacia delante y
ser honesto consigo mismo.
Madurar
es reír cuando puedas y llorar cuando lo necesites
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios