1.- POEMA: AMOR QUE NO MUERE
En un burro
sencillo, sin oro ni espada,
Jesús entra en Jerusalén, la ciudad sagrada.
No busca un trono, ni honra, ni altar,
sólo corazones dispuestos a amar.
Ramos
al viento, cantos de paz,
pero pronto el silencio la alegría reemplazará.
El que vino a sanar, a
servir, a enseñar,
será traicionado, azotado… y llevado a juzgar.
En la
mesa del pan, parte su vida,
con manos que aman, con
mirada encendida.
“Hagan esto en memoria
de mí”,
no como rito, sino como
entrega sin fin.
Se
arrodilla y lava los pies del amigo,
el Maestro es siervo, el
Rey es testigo.
De un amor que se
inclina y se da,
aunque sepa que uno lo va
a entregar.
En el
huerto llora y tiembla de miedo,
el Hijo de Dios se vuelve
cordero.
“Padre, que se haga tu
voluntad”,
aunque cueste la vida,
aunque duela la verdad.
La
cruz lo espera: madero de dolor,
donde clavan la carne y
exponen al Amor.
Pero allí, en ese árbol seco y sin flor,
germina el perdón, florece el Salvador.
El mundo calla el Sábado Santo,
la tumba parece tener el
último canto.
Pero en lo oculto, en la roca sellada,
Dios prepara la mañana
anhelada.
Y entonces...
la piedra se corre, la muerte se rinde,
la Vida despierta, el
alma sonríe.
Jesús ha vencido, la noche terminó,
el Amor resucita… y nos
resucitó.
2.- POEMA: "CANTO DE LUZ Y CRUZ"
(Poema sobre la
Semana Santa)
Llegas, Señor, en un burro humilde,
entre palmas y cantos de
amor.
La multitud te aclama Rey,
pero Tú vienes a servir,
no a vencer.
¿Cuántas veces, como
ellos, yo también
te grito "¡Hosanna!"... y al día siguiente te
niego?
Pan partido, vino derramado,
en tus manos se hacen
eternidad.
"Ámense así", nos dices al lavarnos los pies,
como esclavo que besa
las heridas que sanó.
¿Cómo olvidar que el
amor verdadero
no se encierra en palabras, sino en el servir?
Madero áspero, cielo ensangrentado,
el Justo muere entre
ladrones.
"Perdónalos", susurras con voz rota,
mientras el mundo
estalla en tinieblas.
¿Qué amor es este que
abraza la Cruz
sin rencor, sin miedo, sin límites?
Silencio. La tierra guarda luto,
el Sol no osa romper el
horizonte.
¿Dónde estás, Dios, cuando el mal gana?
En el vientre de la
tierra, sembrando vida.
La esperanza no es voz,
es semilla
que aguarda en lo oscuro su germinar.
¡El sepulcro está vacío!
La muerte mordió el
polvo de su derrota.
¿Quién rodó la piedra? ¡El Amor!
Cristo es la Luz que
quiebra todo luto,
el "Sí" eterno
a la vida que no acaba.
¡Aleluya! La Cruz fue solo el umbral.
Si hoy cargas tu propia
cruz, recuerda: el dolor no es el final. El Viernes Santo dura solo un día, pero la Pascua es eterna. Cree en el amor que resucita, en el perdón que sana, en la esperanza que no conoce tumbas.
Ideas clave:
· Humildad vs. poder (Domingo de Ramos).
· El amor como servicio (Jueves Santo).
· Perdón radical (Viernes Santo).
· Esperanza en la oscuridad (Sábado Santo).
· La vida vence a la muerte (Domingo de Resurrección).
3.- POEMA: "LA SEMANA SANTA: UN VIAJE AL CORAZÓN DEL AMOR"
En el silencio de la tierra, la Semana Santa despierta,
un eco eterno que trasciende tiempo y espacio.
Es el recuerdo de un amor que nunca se apaga,
el relato de un sacrificio que cambió el destino
humano.
El Domingo de Ramos abre su manto,
con palmas en las manos, el pueblo canta
esperanza.
Jesús entra en Jerusalén, humilde y glorioso,
un rey sin corona, pero con un corazón inmenso.
Bienvenido seas, Maestro del amor,
tu llegada nos invita a abrir puertas y corazones.
Llega el Jueves Santo, noche de entrega profunda,
en la Última Cena, el pan se convierte en promesa.
"Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre",
dice,
alimento divino para un mundo que olvida.
Y en el lavatorio de pies, nos enseña a servir,
porque el verdadero poder está en dar y no en
recibir.
Viernes Santo, el día más oscuro,
la cruz se alza como testigo del dolor humano.
Cristo carga el peso del mundo,
sufre por amor, calla ante la injusticia.
La corona de espinas pincha nuestra indiferencia,
y nos recuerda que el amor todo lo resiste.
Silencio absoluto, lágrimas contenidas,
el universo parece detenerse en reverencia.
El sepulcro guarda el cuerpo de Jesús,
pero no puede encerrar su espíritu eterno.
Es el tiempo de reflexionar, de mirar hacia
adentro,
de reconocer que la muerte no tiene la última
palabra.
Sábado Santo, vigilia en la oscuridad,
esperando la luz que romperá la tiniebla.
El cirio pascual se enciende, llama pequeña pero
firme,
anunciando que la vida siempre vence a la muerte.
El agua bendita fluye, limpia, renueva,
simbolizando el renacimiento del alma.
Domingo de Resurrección, ¡aleluya cantamos!
La tumba vacía proclama la victoria del amor.
Jesús ha resucitado, ya no está entre los muertos,
su presencia viva ilumina cada rincón del mundo.
La esperanza renace, el miedo se disipa,
porque el amor infinito todo lo transforma.
Oh, Semana Santa, tiempo de gracia y memoria,
nos recuerdas que el amor es más fuerte que la
muerte.
Que en cada cruz hay una promesa,
y en cada lágrima, una semilla de resurrección.
En tu celebración, aprendemos a vivir,
a amar, a perdonar, a confiar en la luz.
Así, en este viaje de fe y reflexión,
la Semana Santa nos invita a ser mejores,
a llevar dentro la llama de Cristo resucitado,
y a compartir su amor con todos los hermanos.
Porque en su sacrificio encontramos sentido,
y en su resurrección, la vida eterna.
Reflexión final:
Este
poema busca capturar la profundidad espiritual y emocional de la Semana Santa,
destacando sus momentos clave y mensajes universales. Las ideas principales en
negrilla resaltan los elementos centrales de la celebración: el amor, el
sacrificio, la esperanza y la renovación. A través de estas palabras, se invita
al lector a reflexionar sobre cómo estos valores pueden transformar su propia
vida.
4.- POEMA SENDA DE PASIÓN Y GLORIA:
CANTO A LA SEMANA SANTA
En la quietud que
precede al Domingo florido, Palmas al viento, esperanza en el camino, Un rey humilde entra en la
ciudad dormida, Su cetro es paz, su ejército, el destino.
El Jueves Santo, la
mesa se engalana, Pan y vino, misterio de entrega sin par, Lava los pies, lección humana y
llana, Amar sirviendo, hasta el último lugar.
La noche oscura, la
traición doliente, Getsemaní, la angustia hecha oración, El cáliz amargo, la plegaria
ferviente, Sometimiento al Padre, sin condición.
El Viernes Santo, el
cielo se oscurece, La cruz al hombro, el peso de la culpa, Cada latigazo, la injusticia
crece, Sangre inocente que el pecado disculpa.
En la cima del Gólgota,
el silencio grita, Amor clavado, sacrificio inmenso, El velo rasgado, la tierra
bendita, Muerte que vence a la muerte, comienzo inmenso.
El Sábado Santo, la
espera callada, En el sepulcro, la esperanza dormida, La fe constante, el alma confiada, La
promesa latente de una nueva vida.
Y al romper la aurora
del Domingo glorioso, La piedra rueda, la tumba vacía, El sol naciente, el triunfo
portentoso, ¡Cristo ha resucitado!, ¡aleluya, alegría!
La Semana Santa,
sendero sagrado, De la humildad al triunfo de la luz, Un viaje profundo, un amor probado, La
eterna victoria del Señor Jesús.

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