EL HOMBRE TIENE UN DON, EL DON DEL LIBRE ALBEDRÍO.
Somos libres para seguir o darle la espalda a ese Cristo
que nos vino a traer la
enseñanza de un camino seguro de Verdad y de Amor.
Nos deja en plena libertad de escoger. El nos deja
libres.
¡Nada resulta tan fácil como obrar cual si no le
hubiésemos encontrado, como si no le hubiésemos conocido!.
Dios está en medio de nosotros como uno que sirve. Dios
se propone... Dios es un
compañero fiel y, en cierto aspecto, silencioso. Todos nosotros tenemos
el terrible poder de obligar a Dios a callarse.
Lo podemos callar con muchas cosas. La música estridente del mundo del consumismo, del
tener, del poder, de la ambición, de los placeres, del vicio, de la corrupción.
Tambien la tibieza, la desidia, la flojera, la frialdad, los respetos humanos,
el descuido para todas las cosas del espíritu, el no buscar con afán conocerlo
más profundamente para saber amar a ese Dios del que provenimos y al que tarde
o temprano veremos un día cara a cara.
Somos
libres y Dios respeta esa libertad que maneja nuestra voluntad. Sabe
cómo somos, nos conoce... También
sabe que nos acechan enemigos poderosos en el paso por la vida: el
Maligno no descansa. El lo sabe muy bien porque hasta a Él, para ser igual a
nosotros, fue tentado y por eso precisamente no nos deja solos…
Nos
dio al Espíritu Santo para ayudarnos, tenemos la oración, el Sacramento de la
Reconciliación y la Eucaristía
Atemos nuestra LIBERTAD A UN DESEO.
Empecemos
hoy. Dios nos llama, Dios nos ama y nos espera siempre.
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