Los incas creían que el
oro era sudor del sol, Inti, y la plata eran las lágrimas de la luna, Mama
Quilla, esposa de Inti.
Las Acllaconas o vírgenes del sol eran jóvenes escogidas a los
quince años por su belleza y talento para el culto de la divinidad.
Después de cuatro años de noviciado algunas se casaban con un
noble y otras servían en el templo.
Es sabio volver a las raíces y apreciar el imaginario y la
sabiduría de nuestros antepasados.
Ver el oro como sudor del sol es bien distinto a apegarse a él y
llegar a matar por su posesión.
Para ellos el oro no era el estiércol del diablo y no los
enceguecía como sucede hoy con tantos.
Al oro le sobran
adoradores que no tienen que ser vírgenes para entregarle la vida.
Los que creen que con oro
y plata se hace lo que sea, hacen lo que sea por el oro y por la plata.
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