Depende
de lo que entendamos por "pensamiento".
Puede
que queramos decir "imaginación". Uno puede imaginarse que
está, aquí en la Tierra, y un segundo más tarde que está en Marte o en Alpha
Centauro o cerca de un lejano quasar. Si es eso lo que entendemos por "pensamiento",
entonces puede tener cualquier velocidad hasta el infinito.
Sí, pero uno no recorre realmente esa distancia ¿verdad?
Aunque yo me imagine que estoy presenciando la formación de la Tierra no quiere
decir, que haya hecho un viaje a través del tiempo. Y aunque me imagine en el centro del Sol no quiere
decir que pueda realmente existir en esas condiciones.
Para
que la pregunta tenga algún significado científico es preciso definir
"pensamiento" de manera que su velocidad pueda realmente medirse por
métodos físicos. A este respecto recordemos que si podemos pensar es
porque hay unos impulsos que pasan de célula nerviosa a célula nerviosa.
Cualquier
acción que dependa del sistema nervioso depende de esos impulsos. Al
tocar un objeto caliente retiramos la mano, pero no lo podremos hacer hasta que
la sensación de calor pase de la mano al sistema nervioso central y luego otro
impulso nervioso pase del sistema nervioso central a los músculos.
El
"pensamiento" inconsciente que implica todo esto,"noto algo
caliente, y más me vale quitar la mano porque si no me la quemaré",
no puede ser más rápido que el tiempo que tarda el impulso nervioso en recorrer
el trayecto de ida y vuelta. Por consiguiente, hemos de entender que la "velocidad del
pensamiento" es la: "velocidad del impulso nervioso",
porque si no, no hay respuesta.
Allá por el año 1846, el gran fisiólogo alemán Johannes
Müller decidió, en un rapto de pesimismo, que la velocidad del impulso nervioso
jamás podría medirse. Seis años más tarde, en 1852, consiguió medirlo uno de sus mejores discípulos,
Hermann von Helmholtz, trabajando con un músculo todavía inervado. Helmholtz estimuló el nervio en
diversos puntos y midió el tiempo que tardaba el músculo en contraerse.
Al estimular el nervio en un punto más alejado del músculo, la contracción se
retrasaba. A partir del tiempo de retardo logró calcular el tiempo que había
tardado el impulso nervioso en recorrer esa distancia adicional.
La
velocidad del impulso nervioso depende del grosor del nervio. Cuanto más
grueso es el nervio, mayor es la velocidad. La velocidad depende también de si
el nervio está o no aislado por una vaina de material graso. Los nervios aislados conducen más
rápidamente los impulsos nerviosos que los no aislados.
Los nervios de los mamíferos son los más eficaces de todo
el reino animal: los de
mejor calidad conducen los impulsos nerviosos a una velocidad de 362 kilómetros
por hora.
Esto
quizá parezca decepcionante, porque al fin y al cabo la velocidad del
pensamiento no es mayor que la de los viejos aeroplanos de hélice. Pero
pensemos que un impulso nervioso puede ir desde cualquier punto del cuerpo
humano hasta cualquier otro y
volver en menos de 1/25 de segundo (omitiendo los retrasos debidos al
procesamiento en el sistema nervioso central).
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