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RESPETO Y PASIÓN POR LOS CABALLOS

 

El respeto y pasión por los caballos podría compararse con la emoción de un hincha al ver a su equipo favorito o a la de un melómano viendo a su banda favorita: es una sensación que llena el alma. Ver a un caballo, en una exposición, competencia o cabalgata, mostrado toda su majestuosidad y poderío puede generar que se acelere el corazón y que falte el aliento, hasta una lágrima de orgullo puede rodar por la mejilla de un caballista al ver a un ejemplar de sangre pura, lucirse en un escenario.
 
“Príncipe de la llanura, señor del viento, maestro de grandes empresas, amigo y sobre todo compañero. Tu incondicional entrega a la jornada, tu empeño en causas que no entiendes y tu inagotable energía catalizarán la historia humana; ganaste guerras, expandiste fronteras, domaste trochas, atajos y senderos. Pero ante todo cautivaste con tu brío, nobleza y belleza.”
 
Cultura Caballista.
Un caballista según el diccionario es una “persona aficionada a los caballos y que monta bien” descripción que se queda corta cuando de hablar de la cultura caballista se trata y es que el amor por los caballos llegó a nuestras tierras traído por los españoles y data de los tiempos ancestrales. Era tanto el valor de los equinos que en la época de la Conquista su importancia fue hasta superior a la de los mismos hombres: “porque en semejantes tiempos en tanto se tiene la vida de un caballo como la de seis españoles” (Sardela en Tovar, 1993: 309-310).
 
Amor puro
La relación de los humanos con los caballos siempre ha sido cercana. Aunque no se ha considerado un animal de compañía, para vivir en la misma casa, siempre ha sido tratado con gran familiaridad y afecto.
 
Con el paso del tiempo la unión caballo – hombre pasó de ser una relación de trabajo a convertirse en una pasión. Luego de ser únicamente una relación de trabajo nacieron las cabalgatas por diversión, comenzó la crianza profesional de caballos, llegaron las competencias con todas sus clases y variables; y el cuidado del animal se convirtió en una profesión.
 
Ser caballista se lleva en el corazón. Es una pasión que se lleva en la sangre y que está cargada de amor, compromiso y respeto por los ejemplares y por el gremio. Ser caballista es amar a los caballos con alma, vida y sombrero. Es por esto que el respeto y pasión por los caballos es parte fundamental de dicha relación.
 
De esta forma quiero compartir con grandes amigos amantes y criadores de caballos, la pasión que ellos gozan; sea compartido con todos.


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