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¿CUÁL ES LA HISTORIA DEL SANITARIO?

 

También llamado: sanitario (En Colombia), Inodoro, baño, Retrete, Escusado, Excusado,  Poceta (en Venezuela), Váter o Wáter (España), Wáter (en Chile, Perú, Uruguay y Paraguay), Servicio (en Honduras y Panamá), Wáter clóset, Vatercló (ocasionalmente en Argentina y Uruguay).
 
Teniendo en cuenta que cada persona, al día, desprende un litro y medio de orina y unos ciento cincuenta gramos de deshecho sólido, el hombre se ha encontrado con un problema que enunciaba en forma de pregunta: ¿dónde depositarlos?
 
Fueron los romanos, en el siglo II antes de Cristo, quienes inventaron el orinal al que llamaron “matula”. También los cretenses se ocuparon del personal menester dedicando a ello un cuarto o habitación de forma exclusiva, con un asiento único.
 
Además, la sillas estaban canalizadas en la arquitectura de las viviendas. Las dificultades técnicas que planteaban tales construcciones impidieron que se extendiera en los nuevos planteamientos urbanísticos.
 
La historia del “cuarto de baño” tiene su comienzo en Escocia hace diez mil años. Aunque el hombre primitivo, consciente de la toxicidad de sus desechos, se instalaba cerca de alguna fuente natural de agua corriente, fueron los habitantes de las islas Oreadas, frente a la costa de Escocia, quienes construyeron los primeros sistemas tipo letrina para alejar de sus hogares los desechos. Una serie de toscas conducciones iban desde las viviendas de piedra hasta los torrentes, lo que permitía satisfacer las necesidades en el interior en vez de tener que salir al exterior.
 
En Oriente, la higiene era un imperativo religioso para los antiguos hindúes, y en una época tan lejana como 3000 a.C. muchas casas poseían ya instalaciones sanitarias privadas. En el valle del Indo, en Pakistán, los arqueólogos han descubierto baños públicos y privados provistos de cañerías de barro cocido incrustadas en obra de ladrillo, con grifos para controlar el agua.
 
Los baños primitivos más perfeccionados de la antigüedad fueron los de las familias reales minoicas en el palacio de Cnossos, en Creta. En el año 20000 a.C., la nobleza minoica disponía de bañeras que se llenaban y vaciaban mediante tuberías verticales de piedra con junturas cementadas. Con el tiempo, fueron sustituidas por tuberías de cerámica esmaltada que se unían entre sí de modo muy parecido a las actuales. Por estas tuberías circulaba agua caliente y fría, y sus conexiones arrastraban los desechos lejos del palacio real, el cual disponía también de un retrete con un depósito encima, lo que permite clasificarlo como el primer water con cisterna en la historia. El depósito estaba destinado a. recoger agua de lluvia o, en ausencia de ésta, a ser llenado manualmente con cubos de agua sacada de una cisterna cercana.
 
Hacia el año 1500 a.C., las casas de los aristócratas egipcios contaban con tuberías de cobre por las que fluía agua fría y caliente, y el baño corporal completo formaba parte de las ceremonias religiosas. Curiosamente, a los sacerdotes se les exigía tomar cuatro baños fríos completos al día. Los judíos otorgaron aún mayor importancia a los aspectos rituales del baño, pues según la ley mosaica la limpieza corporal equivalía a la pureza moral. Siguiendo las normas dictadas por David y Salomón, aproximadamente desde el año 1000 hasta el 930 a.C., se construyeron en toda Palestina complejas obras públicas para el suministro de agua.
 
 
Llegados al siglo XVIII, la alta densidad de población de muchos núcleos urbanos y la falta de higiene traen los primeros problemas serios. Son muchos años de abandono y las calles empiezan a apestar, presentando un paisaje desolador abierto a la enfermedad.
 
En Francia, la situación se hizo especialmente delicada. Sobre todo porque personas de toda condición y estrato carecía del más mínimo pudor y realizaba en la calle sus necesidades.
 
En tiempos de Carlos V, en el año 1375, se ordenó que todos los propietarios de la Villa y suburbios de París instalaran en sus casas letrinas para tratar de evitar que la inmundicia y las excrecencias dejaran de gobernar las calles.
 
Pero el problema lejos de solucionarse se complicó. En el siglo XVIII se dictó en París un decreto que prohibía defecar en las calles. Curiosamente, una especie de delegación compuesta por personalidades de la burguesía acudió al Ayuntamiento parisino para mostrar su protesta.
 
Las primeras letrinas higiénicas fueron instaladas en París en el año 1865. Luego otras grandes ciudades imitaron el gesto. Y en 1919 hasta el jardín de las Tullerías contaba con excusado. Hasta la fecha uno de los recursos más socorridos era tirar los excrementos a los ríos.
 
Jean-Baptiste Mouras inventó la fosa séptica, consistente en un depósito de cuatro metros cúbicos que llegaron a sustituir a las letrinas. El invento tenía un problema y era la ausencia de lecho bacteriano que descompusiera las sustancias fecales. Donald Cameron en 1896 resolvió este problema.
 
Esta solución entre 1865 y 1885 se convirtió en un problema porque los principales ríos de las ciudades europeas se habían convertido en vertederos de basura inagotable. Aguas que, en algunos casos y en verano, se podían ver borbotear como consecuencia de la fermentación.
 
La Taza del Retrete fue creada en 1883 por una Institución llamada Escuela Mongee en Francia. Los cuartos de baño de esta escuela contaban con una taza muy similar a las que se usan en el siglo XXI. Se desconoce el nombre del inventor, solo se sabe que se puso en funcionamiento en la referida escuela.
 
La Cisterna de Agua. Water-Closet fue inventada por Thomas Crapper, de origen británico, que en 1886 instaló sobre su taza un depósito de agua de unos diez litros de capacidad. Una palanca liberaba el agua al tirar de una cadena.
Mejoró su invento con un sifón que permitía que siempre hubiera agua en el fondo y quedara separada la taza de la cisterna. Era necesario contar con agua corriente y alcantarillado público en todos los hogares. Algo que tardaría en llegar.
 
La particularidad del inodoro consiste en que tiene un desagüe acodado, de modo que queda retenida agua en él, formando un cierre hidráulico o sifón, que impide el paso de olores desagradables.
 
El arrastre de la materia orgánica al saneamiento requiere un dispositivo que produce una descarga de gran caudal de agua en tiempo muy corto, dejando nada más que agua limpia en el codo del cierre hidráulico. Este dispositivo puede ser una cisterna o una válvula especial llamada fluxómetro.
 
Erasmo de Rotterdam, el erudito humanista del siglo XVI escribió uno de los primeros libros de etiqueta de la historia, con las primeras normas de conducta para el “cuarto de baño” y las funciones corporales. Nos advierte que “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”, y usa lo que se refiere a soltar ventosidades recomienda que se “disimule con una tos el estruendo explosivo... Sígase la ley de sustituir los pedos por toses”.
 
NOTA:  ES UNO DE LOS MEJORES INVENTOS DE LA HUMANIDAD

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