Nadie
esperaba que las cuatro mujeres vivieran por mucho tiempo más. Padecían de un
tipo de cáncer ovárico sumamente inusual, agresivo y mortal. No existía un
tratamiento estándar.
Las mujeres, desconocidas entre sí y habitantes de
distintos países, pidieron a sus médicos probar nuevos medicamentos de inmunoterapia que han
revolucionado el tratamiento contra el cáncer. Les respondieron que los
medicamentos estaban fuera de discusión y que no iban a funcionar contra el cáncer de
ovario.
Parece
que los médicos se equivocaron: las mujeres se las arreglaron para tener
acceso a la inmunoterapia y el cáncer entró en remisión. Regresaron a su
trabajo; su vida volvió a la normalidad.
La historia ha dejado perplejos a los científicos,
quienes batallan por comprender por qué los medicamentos funcionaron cuando se
supone que no deberían haberlo hecho. Si los investigadores logran determinar qué sucedió,
podrían abrir la puerta a nuevos tratamientos para una amplia variedad de tipos
de cáncer que se creía que no respondían a inmunoterapia.
“Lo que vemos en
este caso es que aún no hemos aprendido todo respecto a lo que se necesita para que el sistema
inmunitario reconozca los tumores”, afirmó Jedd Wolchok, jefe de
Inmunoterapia y Atención al Melanoma del Centro Oncológico Memorial Sloan
Kettering en Nueva York.
“Necesitamos
estudiar a las personas que tienen una biología que contraviene las
generalizaciones convencionales”.
Un grupo de cuatro mujeres difícilmente es suficiente
para un ensayo clínico. Sin embargo, “las excepciones son las que ofrecen un mejor
entendimiento”, dijo Drew Pardoll, quien dirige el Instituto
Bloomberg-Kimmel para la Inmunoterapia contra el Cáncer en el Hospital Johns Hopkins
en Baltimore.
El
carcinoma que atacó a las jóvenes era cáncer de ovario de célula pequeña
hipercalcémico, que por lo general se presenta en adolescentes o jóvenes de
veintitantos años. Es tan poco común que la mayoría de los oncólogos jamás
llegan a atender a alguna paciente que lo padezca.
Pero Douglas Levine, director de Oncología Ginecológica
del Centro Médico de la Universidad Langone de Nueva York, se especializó en
este padecimiento. Hace unos años, descubrió que el cáncer era estimulado por la
mutación de un solo gen. El
descubrimiento tuvo poca utilidad para las pacientes, pues no había ningún
medicamento en el horizonte que pudiera ayudar.
Las
mujeres con este tipo de cáncer ovárico compartían noticias y consejos en línea
dentro de un grupo cerrado en Yahoo. Levine solicitó formar parte del
grupo y comenzó a participar en las conversaciones. Ahí descubrió a pacientes que habían persuadido a
los médicos para proporcionarles medicamento de inmunoterapia, aunque no había
razón para creer que funcionaría.
Y
las mujeres reportaron que sus tumores se redujeron de inmediato.
“Si
algo hemos aprendido es que no se trata del tipo de tumor que combatimos, sino
del sistema inmunitario”.
La premisa detrás de la inmunoterapia es desmantelar el
escudo molecular que utilizan algunos tumores para evitar un ataque de los
glóbulos blancos del cuerpo.
El
sistema inmunitario considera a estos tumores como cuerpos extraños:
están alimentados por cientos de mutaciones genéticas que rigen su crecimiento
y son reconocidas por el cuerpo. Pero cuando los glóbulos blancos atacan en manada a las células
cancerosas son rechazados. Los medicamentos de inmunoterapia perforan
ese escudo protector, lo que permite al sistema inmunitario reconocer las
células cancerosas y destruirlas.
Sin
embargo, los nuevos medicamentos no funcionan para la mayoría de los tipos de
cáncer más comunes.
Estos son sustentados por menos mutaciones genéticas y
los expertos creen que el cuerpo no considera las células tumorales
suficientemente amenazantes para lanzar una respuesta. De este modo, el sistema inmunitario deja de
molestarlas.
El
cáncer de pulmón, un tipo de cáncer colorrectal y el melanoma presentan una
gran cantidad de mutaciones, y los medicamentos de inmunoterapia a menudo
tienen éxito tratándolas. Mientras que el cáncer de próstata, de
páncreas, de mama, de ovarios (y muchos otros tumores) implican pocas
mutaciones.
“Estos
tipos de cáncer son los que responden solo en muy pocas ocasiones”, dijo
Pardoll.
La idea de que los medicamentos puedan funcionar en
contra de algo como el cáncer ovárico hipercalcémico, que es estimulado por una sola mutación genética,
no era lógica.
“En
la gran mayoría de los tipos de cáncer hay una correlación asombrosamente clara
entre la respuesta a la terapia y una carga mutacional significativa”,
continuó Pardoll.
Sousa regresó a trabajar como psicóloga organizacional y
se ejercita de manera vigorosa a diario. Credit Daniel Rodrigues para The New
York Times
Pero había unas cuantas excepciones. Los científicos descubrieron que sí respondió a la inmunoterapia un tipo poco común de cáncer de piel, llamado carcinoma de células de Merkel. Este es causado por un virus; los investigadores sugieren que la infección en sí atrae la atención del sistema inmunitario.
El mesotelioma también respondió, tal vez porque el
asbesto que lo ocasiona también inflama el sistema inmunitario. Asimismo, algunos tipos de cáncer de riñón
respondieron al tratamiento de inmunoterapia; nadie sabe por qué.
Luego apareció el grupo de mujeres con un tipo de cáncer
ovárico inusual. Oriana Sousa, de 28 años, una psicóloga residente de Marinha
Grande, Portugal, fue una de ellas.
Descubrió que tenía cáncer en diciembre de 2011. Sabía que algo andaba mal, pues
durante meses padeció cansancio, estreñimiento y una sed insaciable.
Comenzó a vomitar y a tener cólicos abdominales, pero sus médicos le decían que
estaba bien y no tenía nada de qué preocuparse.
Finalmente, su tía, una enfermera, le sugirió consultar a
otro médico, quien realizó una tomografía computada de su abdomen. Esta reveló una enorme masa.
El médico la intervino
quirúrgicamente para saber qué era. Dos días después, le dio la mala
noticia: cáncer, agresivo.
Durante
los siguientes cuatro años, los médicos de Sousa intentaron controlar el cáncer
con ciclos de quimioterapia, radioterapia y cirugía. Pero los tumores
siempre volvían a aparecer.
“Sufrí
bastante y sentí que ya no tenía una vida”, dijo.
Ahora las cosas son distintas. En 2015, por fin convenció
a un médico de proporcionarle un medicamento de inmunoterapia: nivolumab. Sus tumores se
redujeron de inmediato y siguieron encogiéndose a medida que continuaba tomando
el medicamento. Disminuyeron
tanto que sus médicos aseguran que ya no hay rastro de la enfermedad.
“Por
lo general, al salir del trabajo voy al gimnasio a tomar clases y a
ejercitarme”, comentó. “Quienes no saben lo que he tenido que soportar,
no se imaginan que soy una paciente oncológica”.
¿Qué fue lo que la salvó? Eliezer M. Van Allen,
investigador de oncología en el Dana-Farber Cancer Institute, tiene una pista.
Descubrió
que un gen que mutó en el cáncer de riñón era una especie de regulador maestro
de otros genes, controlando qué genes se activaban y en qué momento.
Pero los genes regulados eran normales y no producían proteínas que el sistema
inmunitario pudiera reconocer como anormales.
No obstante, los pacientes que respondieron a la
inmunoterapia fueron aquellos con la mutación del gen maestro. “Obtuvimos este resultado y no
estuvimos seguros de cómo debíamos interpretarlo”, afirmó.
Levine y sus colegas descubrieron el mismo fenómeno en
pacientes con cáncer ovárico hipercalcémico, como Sousa. De acuerdo con él y
con Van Allen, una
explicación es que el sistema inmunitario podría reconocer que las células en
las que los genes se activan y desactivan erráticamente son peligrosas y deben
ser destruidas.
“Pero se trata estrictamente de una hipótesis”, advirtió
Levine.
Aun así, una cosa está clara: cuando los patólogos analizan uno de estos
tumores, encuentran glóbulos blancos en su interior, como si el sistema
inmunitario intentara atacar. Este descubrimiento ha llevado a que
Pardoll y Padmanee Sharma, del Centro Oncológico M. D. Anderson en Houston,
planeen nuevos ensayos clínicos.
Saben que la inmunoterapia no funciona en la mayoría de
los pacientes, incluso en
aquellos con tipos de cáncer que es probable que respondan. Así que se
han propuesto crear un estudio para determinar quiénes podrían responder a la
inmunoterapia y luego
tratarlos sin importar qué tipo de cáncer padezcan.
El estudio de la doctora Sharma, financiado por el
Instituto Parker, se está preparando para inscribir a los pacientes. Los investigadores analizarán
muestras patológicas de los tumores de los pacientes para identificar si los
glóbulos blancos se están abriendo paso. De ser así, se administrará a
los pacientes el medicamento de la inmunoterapia para ayudar a movilizar a los
glóbulos blancos hacia el núcleo del tumor y ayudarlos a atacar.
“El
ensayo está diseñado para todo aquel que se presente”, dijo Sharma. “Si algo hemos aprendido es que
no se trata del tipo de tumor que combatimos, sino del sistema inmunitario”.
En el hospital Johns Hopkins, Pardoll y sus colegas
planifican un ensayo similar. Buscarán tumores (sin importar el tipo) que
contengan en la superficie una proteína, la PD-L1, que repele el sistema inmunitario. El medicamento de inmunoterapia
se le administrará a cualquier paciente cuyo tumor cumpla con dicha
descripción.
Son palos de ciego, pero en ocasiones estos son los que
dan en el clavo, como Sousa puede confirmar.
“Suceden
cosas increíbles y contra toda probabilidad”, dijo ella.
Pero había unas cuantas excepciones. Los científicos descubrieron que sí respondió a la inmunoterapia un tipo poco común de cáncer de piel, llamado carcinoma de células de Merkel. Este es causado por un virus; los investigadores sugieren que la infección en sí atrae la atención del sistema inmunitario.
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