EL
CUERPO humano es extraordinariamente versátil
No
hay animal que tenga toda la gama de capacidades que posee el hombre
Una
de las razones de tal versatilidad es nuestra postura erecta, que además de
ampliarnos el campo visual, nos libera los brazos y las manos para ejecutar
infinidad de tareas
¡Imagínese
cuántas cosas dejaríamos de hacer si tuviéramos que andar a cuatro patas!
Otra ventaja de los humanos es el complejísimo sistema sensorial con que se
nos ha dotado, que será el tema central de este artículo
Incluidos en él están las manos, los oídos, los ojos y,
por supuesto, nuestro excepcional cerebro
Analicémoslos
uno a uno.
La
mano
Nuestras manos son instrumentos muy bellos y de una
precisión asombrosa
Con ellas podemos enhebrar una aguja o blandir un hacha,
pintar un retrato o tocar el piano
Además, son sumamente sensitivas
Con solo un roce podemos saber si lo que tocamos es
pelaje, piel, metal, papel, madera o agua
En efecto, las manos son mucho más que simples utensilios
para agarrar y manejar cosas: nos proporcionan información sobre el mundo
exterior y constituyen un vehículo para transmitir calidez y afecto.
¿A qué se debe que la mano sea un órgano tan práctico,
expresivo y sensitivo? Las razones son numerosas
He aquí cuatro.
1 Nuestras
dos manos contienen un total de más de cincuenta huesos, lo que equivale a una
cuarta parte del conjunto de huesos del cuerpo
El intrincado ensamblaje de sus partes —huesos,
articulaciones y ligamentos— confiere a la mano una increíble flexibilidad.
2 La mano humana está provista de un pulgar que se opone
a los otros dedos y cuya articulación es en silla de montar (ingenioso diseño
en el que dos superficies con forma de silla de montar encajan formando ángulos
rectos)
Este
tipo de articulación, junto con los músculos y otros tejidos de la zona,
otorgan al pulgar una flexibilidad y fuerza notables.
3 Tres juegos de músculos controlan la mano
Los dos más fuertes —extensores y flexores— se originan
en el antebrazo y actúan sobre los dedos mediante tendones
Imagínese lo abultada y poco eficiente que sería la mano
si estos músculos estuvieran localizados en ella
El tercer juego, mucho más pequeño, está situado en la
mano y permite a los dedos
realizar movimientos de gran precisión.
4 Los
dedos son sensores vivos
En la punta se ubican aproximadamente dos mil quinientos
receptores por centímetro cuadrado (la sexta parte de una pulgada cuadrada)
Además, existen diversos tipos de receptores, cada uno
con una función particular, que nos permiten percibir texturas, temperatura,
humedad, vibraciones, presión y dolor
El dedo humano es el sensor táctil más fino de cuantos se
conocen.
El
oído
Si bien es cierto que algunos animales pueden percibir
frecuencias sonoras por encima del rango audible para el hombre, el oído y el
cerebro humanos hacen una combinación formidable, según dicen los entendidos
El sentido del oído nos permite percibir el tono, timbre
e intensidad de un sonido, así como su dirección y origen
El
rango normal de audición humana es de 20 a 20.000 hercios (Hz), o ciclos de
oscilaciones sonoras por segundo, dentro del cual la franja de mayor
sensibilidad se ubica entre los 1.000 y 5.000 Hz
Además, somos capaces de reconocer una diferencia de un
solo hercio, digamos, de 440 a 441.
La
sensibilidad de este órgano es tal que puede captar sonidos incluso cuando la
vibración del aire hace desplazar la membrana del tímpano una distancia
inferior al diámetro de un átomo
Según un curso universitario sobre audición, “el sistema
auditivo humano está próximo a los límites físicos teóricos de sensibilidad
[...] Una mayor sensibilidad al sonido nos serviría de
muy poco, pues lo único que oiríamos sería un ‘silbido’” como consecuencia del
movimiento aleatorio de los átomos y moléculas del aire.
Las
vibraciones del tímpano son amplificadas de forma mecánica por un sistema de
palancas y transmitidas al oído interno por una cadena de huesecillos conocidos
como martillo, yunque y estribo
¿Y si de repente se produce un sonido ensordecedor? El
oído cuenta con un mecanismo de protección incorporado, en forma de acción
muscular, que ajusta la cadena de huesecillos para disminuir la fuerza del
sonido
Aun así, el oído no está hecho para soportar ruidos
fuertes y prolongados, y puede sufrir lesiones permanentes; de ahí la
importancia de cuidar este maravilloso don de nuestro Creador (Salmo 139:14).
El
sistema auditivo también nos permite localizar la procedencia de los sonidos
El secreto radica en varios factores, entre ellos la
forma de concha de la oreja, sus pliegues, la distancia a la que está colocada
una oreja de la otra y la genialidad del cerebro para hacer cálculos
Si se detecta una mínima diferencia de intensidad en el
sonido que percibe un oído con respecto al otro, o si el sonido llega a cada
oído con una diferencia de tan solo treinta millonésimas de segundo, el cerebro
hará que los ojos se dirijan rápidamente al lugar de donde proviene el sonido.
Imagínese
lo que sería realizar todas esas operaciones de manera consciente
Para ello tendríamos que utilizar unas matemáticas muy
avanzadas, y hacerlo a la velocidad del rayo
Si un ingeniero diseñara un sistema de audición que se
acercara, siquiera remotamente, al que nos dio el Creador, sería objeto de
múltiples honores
Ahora bien, ¿cuántas veces escuchamos a la gente atribuir
a Dios el mérito por sus asombrosas obras? (Romanos 1:20.)
El
ojo
En opinión de los investigadores, la gente con buena
vista recibe un 80% de su información sobre el mundo a través de los ojos
Trabajando en combinación con el cerebro, los ojos nos
permiten ver a todo color, seguir el movimiento de los objetos y las imágenes
sin interrupción, reconocer patrones y formas, y ver en tres dimensiones;
asimismo, posibilitan la visión en ambientes con distinta intensidad luminosa.
Intervienen en esto último mecanismos complementarios
Por ejemplo, el diámetro de la pupila puede dilatarse de 1,5 a 8 milímetros (0,06 a
0,3 pulgadas), dando por resultado un aumento de hasta treinta veces en la cantidad
de luz que penetra en el ojo
Los rayos pasan luego al cristalino, que los enfoca en la
retina, concentrando la energía luminosa por un factor de 100.000 veces, por lo
cual nunca se debe mirar el Sol directamente.
En la retina, a su vez, hay presentes dos tipos de
fotorreceptores: los conos (aproximadamente 6.000.000), gracias a los cuales
percibimos los colores y vemos imágenes de alta resolución, y los bastones (de
120 a 140 millones) —con una sensibilidad más de mil veces mayor que la de los
conos—, que nos ayudan a ver con poca luz
En condiciones óptimas, un bastón es capaz de captar un
solo fotón, o partícula elemental de la luz.
Otro
mecanismo de adaptación es el de las neuronas retinales vinculadas a los conos
y bastones
Estas se adaptan “en segundos y pueden incrementar la
visión nocturna por un factor de 10 o más —explica la Asociación Americana de
Optometría—
La adaptación neural es como tener en una cámara
películas de baja sensibilidad y de alta sensibilidad para usarlas
simultáneamente”.
Los
ingenieros construyen cámaras, escáneres y computadoras, así como programas
informáticos compatibles; no obstante, el grado de integración y complejidad
que alcanzan es infinitamente inferior al de nuestro sistema sensorial
Preguntémonos entonces: “¿Es lógico atribuir al ciego
azar nuestro sistema sensorial infinitamente superior, como hacen los
evolucionistas?”
Un antiguo siervo de Dios llamado Job sabía muy poco
acerca del cuerpo humano en comparación con lo que hoy sabemos, pese a lo cual
se sintió movido a decir a Dios: “Tus propias manos me han dado forma” (Job
10:8).
El
cerebro
El
cerebro descifra con pasmosa eficacia el raudal de señales que le envían los
órganos de los sentidos a través de los nervios; además, vincula dichas señales
con los datos almacenados en la memoria
Esta es la razón por la que un determinado olor puede
hacer que el cerebro recupere un suceso olvidado hace mucho tiempo
Y cuando vemos solo una pequeña parte de una imagen
conocida, digamos la punta de la cola del gato de casa, el cerebro suple lo que
falta para que sepamos que el animal está cerca.
Naturalmente, nuestro cerebro no vino programado de
antemano con imágenes de gatos, el aroma de una rosa, el sonido del agua que
corre o la sensación del pelaje de un animal: todo ello son cosas que tuvo que
aprender por asociación
Así lo comprueban las observaciones de personas que han
nacido ciegas y después adquirieron la vista, quizás con una operación
Como no habían visto nada, su cerebro tuvo que aprender a
interpretar el aluvión de señales visuales que recibía
¿Qué demuestran los resultados?
Estas personas aprenden rápido a distinguir los colores,
el movimiento y las formas sencillas; pero a partir de ese momento, el progreso
varía
Los niños, en especial los más pequeños, siguen
aprendiendo muy bien
No así los adultos; por ejemplo, su capacidad para
reconocer los rostros permanece bastante reducida
Y, desgraciadamente, una característica común de los
adultos “curados” es la “euforia inicial seguida de desencanto y desorientación
luego que empiezan a ver, lo que a menudo da paso a una grave depresión”,
informa el Laboratorio Koch, del Instituto de Tecnología de California.
Lo
anterior nos ayuda a comprender mejor la magnitud de las curaciones que efectuó
Jesucristo durante su ministerio terrenal
Él
no solo les abrió los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, sino que hizo
que pudieran reconocer los objetos y sonidos a su alrededor
Del
mismo modo, los mudos a quienes les desató la lengua hablaron normalmente, algo
asombroso sobre todo en el caso de quienes habían nacido con esa discapacidad
(Mateo 15:30; Marcos 8:22-25; Lucas 7:21, 22)
Y podemos estar seguros de que ninguno de los ciegos
sanados por Jesús cayó en depresión
Es más, uno de ellos tuvo el valor de defenderlo ante sus
enemigos religiosos con estas palabras: “Desde la antigüedad jamás se ha oído
que alguien abriera los ojos a uno que hubiera nacido ciego
Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada”
(Juan 9:1-38).
El
cerebro interpreta las señales que le envían los órganos de los sentidos y las
vincula con los datos almacenados en la memoria
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