Cuando
era joven, a Walt Disney lo despidió el editor de un periódico por falta de
ideas y curiosamente se quebró varias veces antes de finalmente construir
Disneylandia.
Abraham Lincoln, uno de los presidentes más emblemáticos
de la historia de Estados Unidos, nació en la pobreza, perdió ocho elecciones y
se quebró dos veces en los negocios.
Winston Churchill era pésimo estudiante en el colegio y
solo después de toda una vida de fracasos logró ser uno de los Primer Ministros
más importantes de Inglaterra, cuando ya estaba en la tercera edad.
Cuando una persona triunfa nos concentramos en sus logros
y por lo general ignoramos todo lo que tuvo que luchar o sacrificar antes de
lograr el éxito o el reconocimiento público.
James
Watt pasó veinte años trabajando para perfeccionar su motor de vapor.
William Harvey trabajó noche y día durante ocho años para
probar cómo la sangre circula por el cuerpo humano. Y fueron necesarios otros
veinticinco años para que la profesión médica reconociera que estaba en lo
cierto.
El almirante Peary trató de alcanzar el Polo Norte siete
veces antes de lograrlo en el intento número ocho.
Oscar Hammerstein tuvo cinco espectáculos fracasados que
duraron todos juntos menos de seis semanas antes de Oklahoma, que se mantuvo en
cartelera durante doscientos sesenta y nueve semanas con un ingreso bruto de
siete millones de dólares.
John Creasey recibió setecientos cuarenta y tres rechazos
antes que se publicara una palabra escrita por él. Finalmente publicó
quinientos sesenta libros de los cuales se han vendido más de sesenta millones
de ejemplares.
Eddy Arcaro perdió doscientos cincuenta carreras
consecutivas antes de ganar la primera.
Albert
Einstein, Edgar Allan Poe y John Shelley fueron todos expulsados de sus
escuelas por morosos.
“La suerte se
presenta cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”.
¿Qué tenemos que hacer nosotros para lograr nuestra
propia definición de éxito?
Porque nos quejamos por no tener las oportunidades, pero
no tenemos la tenacidad de crearlas?
¿Por qué nos entristecemos y nos dejamos vencer por las
críticas negativas, pero no nos ponemos en la tarea de volverlas
constructivas?.
Quienes no se han tropezado o no han caído en la vida es
porque no han tratado de brincar lo suficientemente alto.
No
solo debemos mirar el victorioso resultado de las personas exitosas, sino su
camino recorrido, buscar allí esas las lecciones valiosas que son la verdadera
definición del éxito.
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