Difícil
saberlo y definirlo. La justicia depende de los valores de una sociedad y de
las creencias individuales de cada persona.
El concepto tiene su origen en el término latino iustitĭa
y permite denominar a la virtud cardinal que supone la inclinación a otorgar a
cada uno aquello que le pertenece o lo concierne. Puede entenderse a la
justicia como lo que debe hacerse de acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo
indicado por el derecho.
Justicia
Por ejemplo: “Quiero que haya justicia y que los culpables sean condenados”, “¡No
hay justicia en el mundo! Trabajo diez horas por día y apenas me alcanza
para comprar comida”, “Ninguna sociedad puede alcanzar la paz si no tiene
justicia”.
Por otra parte, la justicia hace referencia al Poder
Judicial y a las sanciones o penas. De esta forma, cuando la sociedad “pide
justicia” frente a un crimen, lo que hace es pedir al Estado que garantice que
el crimen sea juzgado y castigado con la pena que se merece de acuerdo a la ley
vigente.
Partiendo de esta acepción podrían exponerse diversos
ejemplos que sirven para entenderla mucho mejor. Así se encuentran los
siguientes: “El presidente de la Sala del Tribunal fue el encargado de impartir
justicia y de declarar culpable al detenido” o “Después de haber intentado
solucionar el conflicto mediante el diálogo y no lograr los resultados
esperados, Miguel acudió a la justicia para ponerle fin a los desagradables
hechos que le enfrentaban con su vecino”.
En
general, es posible afirmar que la justicia cuenta con un sustento cultural (de
acuerdo al consenso compartido a nivel social sobre qué es lo bueno y qué es lo
malo) y una fundamentación formal (que implica una determinada codificación en
leyes escritas que son aplicadas por tribunales o jueces).
En este sentido hay que subrayar que de manera habitual
la justicia se simboliza con la figura de una mujer que porta en la mano una
balanza equilibrada y que tiene sus ojos tapados con una venda. De ahí que en
muchas ocasiones se utilice de manera habitual la expresión “la justicia es
ciega”.
Con esa frase lo que se intenta es dejar patente que la
justicia no “mira” a quien debe juzgar para actuar de manera arbitraria, sino
todo lo contrario. Es decir, que actúa de manera equitativa y siempre tratando
por igual a todos los ciudadanos con independencia de su raza, sexo, condición
sexual, origen…Todos somos iguales ante la ley.
Unos
principios que, sin embargo, no se han mantenido siempre a lo largo de la
historia. Pues los encargados de impartir justicia en determinadas épocas o
acontecimientos se han quitado la venda para actuar según les convenía y en
función siempre de quien era la persona que tenían que juzgar.
Esto ha ocurrido de una manera especialmente
significativa durante la etapa que estuvo funcionando la Inquisición o durante
el régimen de Hitler. En este último caso, los judíos fueron despojados de
todos sus derechos o libertades.
En
materia de la religión, la justicia es un atributo que pertenece a Dios y que
le permite ordenar las cosas de acuerdo a merecimientos. La justicia divina,
por lo tanto, está vinculada a las disposiciones de la divinidad para
recompensar o castigar a cada persona.
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