En lugar de estar agradecidos por lo que hoy tenemos, nos quejamos de
una y mil bobadas: que no tenemos todo lo que queremos, que esta vida es
“insufrible” y muchas cosas más.
¡Maldición! Se acabó el rollo de papel; se me
quemó el pan en la tostadora;
me cortaron el teléfono; no encuentro mis
gafas; me aprietan estos zapatos; no arranca la batería del auto; no hay
estacionamiento; me robaron la antena; está muy lento el tráfico; el vuelo
viene retrasado; que lluvia tan inoportuna; no se me quita esta maldita gripe;
se fue la luz; hay mucho ruido aquí; callen ese perro; mi reloj se adelanta;
está muy caro el pasaje; se le acabaron las pilas a este aparato; se le cayó el
sistema al ordenador; se descompuso la televisión; se me desinfló una llanta;
no funciona este horno de micro ondas; ¡uuf! me estoy muriendo de calor; hay
demasiada gente formada en esta ventanilla...
Algunas veces podemos llegar a sentir que estamos
atrapados en un círculo vicioso, dando vueltas día tras día y siempre
quejándonos de las mismas cosas.
A nuestros amigos les puede llegar a
parecer que están escuchando un disco rayado. Conozco personas que siempre se han estado quejando de
las mismas cosas.
¿Por qué hace tanto calor?
¿Por qué mis vecinos son tan ruidosos?
¿Por qué mi esposo/a es tan terco/a?
¿Por qué mi jefe es tan desagradable?
¿Por qué mi madre es tan exigente?, etc,
Algunas personas se acostumbran tanto a
esta situación que ésta
pasa a ser parte de su vocabulario.
Si tratamos de ofrecerles soluciones, su
reacción inmediata es: "no
va a funcionar". "Ya lo intenté y no funcionó". "No
entiendes el problema", etc..
Dan la impresión que, si dejaran de quejarse, se quedarían sin tema.
Una queja es un mensaje que el cerebro nos envía para avisarnos que
algo no está funcionando bien.
El propósito no es hacer que demos vueltas en círculos y
nos quejemos de ello por los próximos años, sino que nos debería impulsar a actuar.
Para no tener que quejarnos de nuestras
vidas, se sugiere un enfoque para tratar
problemas que está basado en cuatro puntos.
1) ARRÉGLALO: Si no te gusta lo que recibiste,
arréglalo.
2) CONSIGUE A ALGUIEN QUE LO ARREGLE: Si no lo puedes
arreglar tú mismo, habla con alguien que lo pueda arreglar. No tiene sentido
dar vueltas en círculo, quejándote a quienes no pueden hacer nada al respecto.
3) ALÉJATE DEL PROBLEMA: Si no lo puedes arreglar tú
mismo y no encuentras quien te lo pueda arreglar, trata de ir a un lugar donde
el problema no exista.
4) ACÉPTALO: Si no puedes hacer nada de lo indicado,
entonces acéptalo. Aprende a aceptar las cosas como son, en lugar de cómo
querrías que fueran. Te sacará un gran peso de los hombros.
Al adoptar una de estas cuatro opciones estaremos dando un ejemplo vivo
a nuestros pares y familias. La energía que antes era empleada en quejas y
chismes puede ser ahora dirigida a propósitos más útiles.
Y, con toda seguridad, estarás dejando mucho espacio emocional libre para los
sentimientos de amor y paz.
Nuestro paso por
este mundo es muy corto y no deberíamos perder el tiempo en quejarnos ni en
criticar la vida. Ella hace lo que puede...
y lo que nosotros
le permitimos que haga.
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