Biblia cristiana > Nuevo Testamento
> Evangelios > San Marcos > El endemoniado gadareno (41:5:1 - 41:5:20)
Fueron a la otra orilla del mar a la región de los gadarenos.
Apenas salido él de la barca, de repente le salió al encuentro,
de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo.
Este tenía su morada entre los sepulcros. Y nadie podía
atarle ni siquiera con cadenas, ya que muchas veces había sido atado con
grillos y cadenas, pero él
había hecho pedazos las cadenas y desmenuzado los grillos. Y nadie lo podía dominar.
Continuamente, de día y de noche, andaba
entre los sepulcros y por las montañas, gritando e hiriéndose con piedras.
Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y le adoró.
Y clamando a gran voz dijo: —¿Qué tienes
conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Pues Jesús le decía: —Sal de este hombre, espíritu
inmundo.
Y le preguntó: —¿Cómo te llamas? Y le
dijo: —Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
Allí cerca de la montaña estaba paciendo
un gran hato de cerdos.
Y le rogaron diciendo: —Envíanos a los
cerdos, para que entremos en ellos.
Jesús les dio permiso. Y los espíritus inmundos
salieron y entraron en los cerdos, y el hato se lanzó al mar por un
despeñadero, como dos mil cerdos, y se ahogaron en el mar.
Los que apacentaban los cerdos huyeron y
dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y fueron para ver qué era lo que
había acontecido.
Llegaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión,
sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
Los que lo habían visto les contaron qué
había acontecido al endemoniado y lo de los cerdos, y ellos comenzaron a implorar a Jesús que saliera
de sus territorios.
Y mientras él entraba en la barca, el
que había sido poseído por el demonio le rogaba que le dejase estar con él.
Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los
tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho el Señor por ti, y cómo tuvo
misericordia de ti.
El se fue y comenzó a proclamar en
Decápolis |cuán grandes
cosas Jesús había hecho por él, y todos se maravillaban.
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