Las mujeres de mediana edad que duermen bien, siete horas como mínimo, tienen menos probabilidades de ganar peso, según un estudio que corrobora otras investigaciones que relacionan la falta de sueño con los kilos de más.
Se trata de un asunto preocupante en una sociedad cada vez más insomne, sobre todo, desde la llegada de internet, y donde la obesidad es uno de los problemas más graves que afronta la salud pública.
El estudio, que siguió los casos de más de 68.000 mujeres de mediana edad a lo largo de dieciséis años, llegó a la conclusión de que quienes duermen más por la noche tienden a ganar menos kilos con el paso del tiempo.
Las mujeres que duermen un promedio de cinco horas tienen tres veces más probabilidad de ganar peso que aquellas que duermen un mínimo de siete.
Sin embargo, la explicación de este hecho no está clara. La mayoría de los expertos cree que la falta de sueño altera el funcionamiento de las hormonas que regulan el control del apetito, aunque también hay quien opina que las personas que duermen menos comen más y hacen menos ejercicio debido al cansancio.
Las participantes que dormían menos también comían menos y, de la misma manera, las diferencias en actividad física tampoco parecían influir en la acumulación de kilos.
"Incrementar las horas de sueño entre aquellas personas que duermen menos de siete horas cada noche puede representar un método novedoso de evitar la obesidad", señalaron los autores del estudio.
Otra investigación publicada este verano descubrió que las mujeres duermen más que los hombres, 50 minutos más como promedio, y logran conciliar el sueño con más facilidad. Ellas se duermen a los 13 minutos de haber apoyado la cabeza en la almohada, frente a los 18 minutos que tardan los hombres.
El tiempo dedicado a dormir ha disminuido considerablemente desde principios del siglo XX, cuando se dormían un promedio de nueve horas cada noche. A partir de los años 70, esta relajante actividad se redujo a siete horas por noche, posiblemente a causa de la televisión, más diversiones y también más estrés en el trabajo.
Las consecuencias son graves, ya que, además de la obesidad, la falta de sueño va acompañada de dificultades para concentrarse e incluso mayores índices de diabetes, hipertensión y accidentes de carretera.
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