Bailar ayuda a la autoestima.
Sentarse de forma erguida es bueno para
la autoconfianza.
Sentirse a gusto con uno mismo es bueno
para afrontar mejor los problemas y para sentirse saludable.
La autoestima es una verdadera medicina
antienvejecimiento, sobre todo para las personas mayores, que se ven
frecuentemente afectadas por depresiones o baja autoconfianza, provocadas por
la soledad, el aislamiento o los estereotipos asociados a la edad.
La baja autoestima es cultivo para que
se potencie el envejecimiento patológico, mientras que una autoestima elevada puede
servir como protector contra enfermedades neurodegenerativas, como el
alzhéimer, y contribuye a
la longevidad.
La autoestima es considerada el sistema
inmunológico de la conciencia. Dada la relación entre cuerpo y mente, no resulta
extraño que también potencie las defensas orgánicas.
La autoestima puede subir o bajar dependiendo de los
elogios o críticas que se reciben a diario. Sin embargo, hay una parte que se
fomenta por los logros y
otra que es innata.
Siempre se puede aprender a fomentar la
autoestima, fortalecerla y potenciarla, lo cual da fuerza y constancia para
alcanzar objetivos.
Otros
de los beneficios son descubrir lo que se quiere y luchar por ello, funcionar
bien en las relaciones de pareja, en el trabajo y ser fieles a uno
mismo, en vez de seguir los designios ajenos.
Se
descubrió recientemente que
el baile no solo mejora y preserva la salud del corazón, sino que ayuda a
mejorar la autoestima.
Se
realizó una encuesta a 14.000 personas y se descubrió que las mujeres se sienten más seguras al bailar
que los hombres, pero ambos tienen altibajos de confianza en sí mismos.
Ellas bailan sin temor desde la
preadolescencia hasta los 16 años de edad, momento en el que aparece el temor al
ridículo, aunque al entrar en la veintena recobran su autoconfianza.
En cambio, los varones van cobrando
confianza de forma lenta y sostenida hasta que llegan a los 30 años de edad, momento en que la
pista de baile los vuelve a intimidar.
A mediados de los 50 años ellas vuelven a confiar en su
forma de bailar, mientras que ellos lo consiguen pasados los 60 años.
Por
otra parte, sentarse con
la espalda recta, además de beneficiar a nuestra columna vertebral, puede
ayudar a ser psicológicamente más fuertes y felices, debido a factores mentales
y hormonales.
De
acuerdo con esta investigación, mantener una buena postura corporal no sólo reduce la sensibilidad al
dolor lumbar, sino que además aumenta nuestra autoestima y seguridad.
Es
decir, hay más equilibrio emocional frente al bienestar psicológico y en
relación con las otras personas.
Varios
voluntarios asumieron una postura recta frente a diferentes situaciones. Los
que asumieron una posición recta y dominante evidenciaron una capacidad más
elevada de soportar el dolor y un mayor grado de tolerancia ante una situación
de estrés eventual. Además, la postura induce a que el cuerpo libere
testosterona. “El interlocutor de una persona que mantiene una postura
dominante puede reaccionar sublevándose o asumiendo una posición sumisa. Para
aumentar el sentimiento de control, lo mejor es sentarse con el
pecho hacia adelante y buscando alargar el tórax.
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