Es muy sencillo: los malos gerentes
juegan damas, mientras que los buenos gerentes juegan ajedrez. Es decir, los
buenos gerentes saben que no todos los empleados trabajan igual; saben que para
obtener el éxito deben colocar a sus empleados en posiciones en las que puedan
utilizar sus fortalezas.
Quizá
suene elemental, pero una vistazo al mundo de los negocios confirma que muchas
compañías no han adoptado aún este sencillo concepto de utilizar las fortalezas
de los demás.
La
razón de esto es que el mundo de los negocios (y el mundo en general) está
obsesionados con las debilidades y la forma de evitarlas. Un reciente estudio,
en el que se le preguntaba a los trabajadores qué consideraban que les procuraría
el éxito: trabajar en sus debilidades o en sus fortalezas, reveló el siguiente
resultado: 95% respondió que trabajar en sus fortalezas.
Un buen gerente sabe que obtendrá el
mayor retorno de inversión si trabaja en las fortalezas de sus subordinados. Los trabajadores pasan
demasiado tiempo haciendo cosas que no les gusta hacer o que simplemente no
saben hacer bien.
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