En 1943, mientras se hospedaba
en un hotel de Nueva York, el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry
escribió El Principito (Le Petit Prince), el libro francés contemporáneo más
leído del mundo.
Píldoras contra la sed. "Era un vendedor de
píldoras perfeccionadas que calman la sed. Se toma una por semana y
no se siente más la necesidad de beber.
- ¿Por qué vendes eso? – dijo el principito.
- Es una gran economía de tiempo – dijo el
vendedor. – Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres
minutos por semana.
[...] 'Yo - se dijo el principito - si tuviera
cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una
fuente...'"
“Todas las personas mayores
fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)”
“Las personas
mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy
aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.”
“Cuando el
misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.”
“Caminando en
línea recta no puede uno llegar muy lejos.”
“Pero nosotros,
que comprendemos la vida, nos burlamos de los números.”
“A los mayores
les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan
sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su
voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio
preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su
padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”
“Es una cuestión
de disciplina, – me decía más tarde el Principito -. Cuando por la mañana uno
termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta.”
“Conozco un
planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha
contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que
sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: “¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre
serio!”, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un
hongo!.”
“Es tan misterioso el país de las lágrimas…”
“No se debe
nunca escuchar a las flores. Sólo se las debe contemplar y oler. La mía
perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.”
“Si yo ordenara
-decía frecuentemente-, si yo ordenara a un general que se transformara en ave
marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía”.
“Se debe pedir a
cada cual, lo que está a su alcance realizar.”
“Fue el tiempo que pasaste con
tu rosa lo que la hizo tan importante.”
“Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte
esconde un pozo”
“Los hombres
ocupan muy poco lugar sobre la Tierra… Las personas mayores no les creerán,
seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio.”
“No era más que
un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único
en el mundo.”
“Para los
vanidosos todos los demás hombres son admiradores.”
“Si alguien ama a una flor de la que sólo existe
más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante
para que sea feliz cuando mira a las estrellas.”
“Sólo se conocen bien las cosas que se domestican”
“No se ve bien
sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
“Tú no eres para
mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te
necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro
entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces
tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo
seré para ti único en el mundo…”
“Y cuando te
hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme
conocido”
“¿Y de qué te
sirve poseer las estrellas?
-Me sirve para
ser rico.
-¿Y de qué te
sirve ser rico?
-Me sirve para
comprar más estrellas.”
“Me creía rico con una flor única y resulta que no
tengo más que una rosa ordinaria”
“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el
fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”
“Si vienes, por
ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso”
“Únicamente los
niños saben lo que buscan. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene
a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…”
Siempre
es tiempo de leer “El Principito”, aunque lo esencial es invisible a los ojos….
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