En la Biblia (escritura sagrada de judíos y
cristianos), el profeta
Moisés (aprox. 1250 a. C.) recibió directamente de manos de Yahveh, «escritas
con su dedo», una lista de órdenes o mandamientos que los israelitas debían respetar,
los Diez Mandamientos.
De acuerdo con dichas escrituras, Moisés subió
al Monte Sinaí y permaneció en su cima cuarenta días y cuarenta noches, al cabo
de los cuales Dios le
entregó escritos en dos tablas de piedra los Diez Mandamientos. Cuando
bajaba del monte, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y enfurecido las
rompió.
Posteriormente, pidió a Dios que perdonase al
pueblo y sellase con él un «convenio» (pacto o alianza). Entonces, el Señor ordenó a Moisés que tomara dos
lajas de piedra, y en ellas quedaron escritos los Diez Mandamientos del pacto,
reconviniéndole que «no deben tolerar la desobediencia».
Las discrepancias entre las distintas
observancias cristianas y judías hacia el decálogo, derivan en cierta medida de
la interpretación, y a menudo también de qué otras fuentes se considera
oportuno atender. El resultado son listas alternativas por su formulación u
orden.
Según
se enseña en el actual catecismo de la Iglesia católica, los Diez Mandamientos
son:
- 1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
- 2. No pronunciarás el nombre de Dios en vano.
- 3. Santificarás las fiestas.
- 4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
- 5. No matarás.
- 6. No cometerás actos impuros.
- 7. No robarás.
- 8. No dirás falsos testimonios ni mentirás.
- 9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
- 10. No codiciarás los bienes ajenos.
El catecismo católico, citando el Evangelio de
Mateo (Mt 22;37-40) añade: «Estos Diez Mandamientos se encierran en dos; amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».
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