Por años Pigmalión, Rey de Chipre,
había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer
perfecta.
No le gustaban las mujeres que veía, vivió solo buen tiempo y
esculpió la estatua de una mujer preciosa.
La llamó Galatea y la estatua era de una joven, tan
perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente.
El rey se sentía atraído por su propia
obra y soñaba que esa estatua un día tendría vida.
Un día
la diosa Venus se compadeció de él y satisfizo sus deseos y dio vida a Galatea.
Este
mito dio origen al "Efecto
Pigmalión: Es fácil
que un deseo ardiente se haga realidad.
Las
creencias y las expectativas tiene un gran poder y debes estar atento a las que
alimentas.
Es la misma Ley de atracción" según la cual te llega
aquello en lo que piensas de modo recurrente.
En la educación se ha demostrado el
poder de las expectativas de los profesores en sus alumnos.
Sus creencias influyen en el
comportamiento de los estudiantes con base en lo que se llama el Efecto
Pigmalión.
Esto
explica por qué los mismos alumnos rinden distinto según los profesores que
tengan y sus presunciones.
Es común que el profesor estimule más a
los más capacitados y que ellos respondan de forma positiva y se esfuercen más.
Del
mismo modo funciona en el sentido negativo cuando el profesor espera que los
alumnos tengan malos rendimientos.
Los investigadores Rosenthal y Jacobson
hablaron de esto en su libro Pygmalión in the Classroom en 1966.
Bueno,
ese fenómeno se da entre padres e hijos, jefes y empleados y en todas las
relaciones.
Examina
tus creencias y expectativas porque con ellas creas la realidad clara u oscura
que luego vives.
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