¿Se hunden los barcos hasta el fondo
del mar o llega un momento en que la presión les impide seguir bajando?
Un objeto se hunde en el agua si es más
denso que ella.
La densidad del agua es de
un gramo por centímetro cúbico, y las sustancias como la piedra o los metales
son mucho más densos que eso.
Los
barcos, aunque están construidos de grandes masas de acero, flotan porque en su interior
encierran grandes espacios de aire. La densidad media del acero y demás
materiales de construcción más
el volumen de aire dentro del barco es menor que la del agua.
Si
por accidente, entra agua
en el barco, la densidad media de los materiales de construcción más el agua
del interior es mayor que la del agua, y el barco se hunde.
A medida que se hunde, va
experimentando presiones cada vez mayores. En la superficie del océano, la presión
(debida a la atmósfera) es de 1.034 gramos por centímetro cuadrado de
superficie. Diez metros
más abajo, el peso de esa columna de agua añade otros 1.034 gramos por
centímetro cuadrado a la presión, y lo mismo para cada uno de los diez
metros siguientes. La
presión en el fondo del lugar más profundo del océano que se conoce es de mil
cien veces la presión atmosférica, lo que equivale a más de una tonelada por
centímetro cuadrado.
Tales
presiones no tienen, sin embargo, ningún efecto sobre el empuje hacia arriba
que experimenta un objeto al hundirse. La presión actúa en todas las direcciones por igual,
hacia abajo, hacia arriba y lateralmente, de manera que el objeto sigue
hundiéndose, sin hacer ningún caso del aumento de presión.
Pero
hay otro factor. La
presión comprime el agua y aumenta así su densidad. ¿No podría ser que,
como consecuencia de ese aumento de presión, el agua se hiciese tan densa que
el objeto dejara de hundirse y quedará flotando en las profundidades del mar?
¡No! El efecto de compresión es muy
pequeño. Incluso a una presión de 1 tonelada por centímetro cuadrado, la
densidad del agua aumenta sólo de 1 a unos 1,05 gramos por centímetro cúbico.
Un
sólido que tuviera una densidad de 1,02 gramos por centímetro cúbico se
hundiría, efectivamente en el agua, pero quedaría flotando a unos cinco
kilómetros de profundidad. Los
materiales de construcción ordinarios, sin embargo, tienen densidades muy
superiores a 1,05. La densidad del aluminio es 2,7 y la del acero 7,8 gramos
por centímetro cúbico. Los barcos metálicos se hundirían hasta el fondo de los abismos más
profundos sin la menor posibilidad de flotar.
Pero
supongamos que el océano fuese más profundo aún. ¿Llegaría un momento en que
una barra de aluminio por poner un ejemplo, alcanzase una profundidad máxima?
La respuesta sigue siendo, ¡no!
Si los océanos tuviesen una profundidad
de 68 kilómetros (en lugar de unos 11 como máximo), la presión en el fondo
alcanzaría unas 7 toneladas por centímetro cuadrado y la densidad del agua
1,3 gramos por centímetro cúbico. Pero para entonces el agua ya no sería
líquida, sino que se
convertiría en una sustancia sólida llamada "hielo VI". (El hielo VI
es más denso que el agua, mientras que el hielo I, el hielo ordinario, es menos
denso.)
Por consiguiente, el aluminio o
cualquier otra sustancia de densidad mayor que 1,3 gramos por centímetro cúbico
descenderían hasta cualquier profundidad oceánica mientras el agua siguiese
siendo líquida,
y en último término iría a posarse sobre una superficie sólida que podría ser
el fondo marino o ese hielo VI.
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