El carismático papa Francisco es un
regalo de Dios para la Iglesia y para todo el mundo, un faro radiante.
Ahora
en América Latina ha puesto el énfasis en valores como la flexibilidad, la tolerancia y la solidaridad.
Es
bueno escucharlo decir con su voz tan amorosa como clara y firme: "Que nadie se sienta excluido".
Es muy
oportuno que él, que se muestra abierto y sin ansias de poder, nos hable de "la riqueza de la
variedad".
Francisco busca cambios en la iglesia, en la fe y en la vida de las
personas, en especial de los más pobres.
En
Ecuador ha invitado a "buscar la verdad con sinceridad y espíritu crítico,
sin imponerla a la fuerza".
¿Asimilarán
su mensaje los poderosos? Son ellos los que pueden impulsar cambios urgentes
para un mundo mejor.
Pero también pueden hacerlo las masas
si se unen y dejan de ser pasivos espectadores de su infortunio.
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