Un buen líder se
concentra en las fortalezas de las personas, no en sus debilidades.
Liderar es influir en
otros con el poder del buen ejemplo, la magia del carisma y la fuerza del amor y la
confianza.
Una de las mayores cualidades de un buen líder es lograr un equilibrio en todas
las áreas de la vida.
Es armonizar lo racional
y lo emocional, lo interior y lo exterior, lo material y lo espiritual.
Otras dos cualidades clave en un mundo cambiante son la humildad y la
flexibilidad.
Un líder no
puede darse el lujo de ser arrogante y brilla por su apertura al cambio
y su adaptabilidad.
Su influencia es
perdurable cuando es
espiritual y cuando es creativo y sabe reinventarse
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