El futuro nunca es incierto cuando llenas de amor y de fe el presente.
Tu porvenir es el fruto de los que siembras hoy.
De seguro quieres conectarte con tu esencia, con lo mejor de tu divinidad. Simplemente vive bien tu humanidad.
Ámate, ama a Dios, ama a los demás y dedícate a dar un buen fruto con
tus talentos y a corregir tus fallas.
No siempre puedes hacer todo lo que amas, pero es
claro que siempre puedes
amar lo que haces.
Sé un buen sembrador y acepta que otros y no tú van a recoger algunos frutos de
tu buena siembra.
De hecho, tú vives mejor gracias a lo que antes de ti sembraron
con amor tus ancestros y otros seres.
En la vida hay pruebas exigentes, pero siempre puedes sobreponerte con
amor, con fe y con mucha dedicación.
La vida no es un enigma sin solución y, unido a
Dios, puedes celebrar un bello amanecer después de una noche de tormentas.
En la sabiduría ancestral del Japón se
dice: “Haz todo lo que te
sea posible y deja el resto al destino”.
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