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UNA VIDA QUE VALGA LA PENA



Para cada uno de nosotros la vida va a terminar algún día, estemos listos o no. No habrá más amaneceres, ni minutos, ni horas, ni días.

Todas las cosas que hayas conseguido, estén guardadas u olvidadas, pasarán a otras personas. Tu riqueza, fama y poder, se harán irrelevantes. No importará lo que debas o lo que tengas. Tus resentimientos, celos y frustraciones, desaparecerán, junto con tus ambiciones, planes y demás cosas por hacer.

Las pérdidas y ganancias que parecían tan importantes, se irán. Ya no importará de donde venías y de qué lado de la cerca vivías. No importará si eras bello o brillante. Incluso tu género o color de piel serán irrelevantes.

¿Qué será importante?
¿Cómo medir el valor de cada día?

Lo importante no será lo que hayas comprado, sino lo que hayas construido. No lo que conseguiste, sino lo que diste. Lo que va a importar no es lo que aprendiste, sino lo que enseñaste. Lo que va a importar es cada acto de integridad, compasión, coraje o sacrificio que haya enriquecido, empoderado o animado a otros a seguir tu ejemplo.

Lo importante no será tu competencia, sino tu carácter. Lo que va a importar no es cuanta gente conozcas, sino cuántos sientan tu pérdida cuando no estés. Lo importante no serán tus recuerdos, sino los recuerdos que queden en las personas que te quieren. Lo importante  no es cuánto van a recordarte y por qué.

Una vida que valga la pena, no depende de las circunstancias, sino de tus decisiones.

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