¿Cómo
catalogamos la enfermedad? ¿Cómo afecta el juicio que sobre ella hacemos en la
evolución de la misma? La práctica de no juzgar, cambiará tu vida. Para
practicar el no juzgar, debemos trascender nuestras limitadas creencias, incluso las que tenemos sobre el
bien y el mal. Al ejercitar la práctica de no juzgar, te niegas a seguir
automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación.
Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones
de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de
los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la
realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etc. son reducidos a eslóganes y
palabras vacías.
Cuando
te niegas a colaborar con la visión consensual, adquieres una perspectiva
diferente
Nuestros juicios son suposiciones que están basadas en lo
que hemos aprendido y en lo que nos han contado. Por ejemplo la mayoría de nosotros cree que
el cáncer es una enfermedad mortal, de modo que si el doctor nos dice que la
padecemos, nos quedamos aterrorizados.
Sin embargo, si practicamos el no juzgar, rechazamos la creencia automática de que
esto significa que vamos a tener que luchar por nuestra vida. Podemos
estar de acuerdo en seguir el tratamiento que nuestro médico recomienda, pero
no aceptamos el hecho de que tenemos unas probabilidades de recuperación del 1
al 99%. No calificamos nuestras
posibilidades de supervivencia, sean éstas buenas o malas, ni tampoco
les consignamos ningún número, porque eso sería entregar nuestro destino a las estadísticas.
En lugar de eso, lidiamos con el problema que tenemos
entre manos, no sólo desde el nivel literal de nuestro cuerpo, sino desde el
nivel de percepción más elevado que podamos. Nos permitimos aceptar lo
desconocido, junto con sus infinitas posibilidades.
Siempre podemos crear una historia mítica en torno a
nuestro viaje, una historia que nos ayude a crecer, a aprender y a curarnos.
A
fin de cuentas, es posible que no podamos alterar las manchas en una
radiografía, pero sí curar nuestra alma y comenzar a educarnos por fin en las
lecciones que hemos venido a aprender en este mundo.
Nuestra
lección puede ser ir más despacio y apreciar a las personas que nos rodean,
dejar de aferrarnos a una existencia que hemos vivido como sonámbulos
porque creímos que debíamos vivir nuestras vidas de una cierta forma; o, desde
la perspectiva del colibrí, estas manchas pueden ser una llamada de advertencia
para que hagamos los cambios que hemos estado evitando.
Cuando
no juzgas la enfermedad ni te dejas dominar por el miedo de que vas a morir,
es más fácil que puedas percibirla desde un nivel más elevado y escribir una
historia mítica.
De modo que si tienes un parásito, podrás reconocerlo
como la manifestación literal de la ira tóxica de otras personas que tú has
interiorizado. Alternativamente, podrías descubrir que te has desviado de tu
camino y que estás viviendo una vida que es venenosa para ti.
Cuando
practicamos el no juzgar, ya no padecemos enfermedades –tenemos oportunidades
para la curación y el crecimiento. Ya no sufrimos traumas pasados –tenemos
acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad. No rechazamos
los hechos, nos oponemos a la interpretación negativa de estos hechos y a la
historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos.
Entonces
creamos una historia de fuerza y compasión basada en estos hechos. La revelación
1 se llama el camino del héroe porque los chamanes y curanderos más eficaces
reconocen que ellos también han sido profundamente heridos en el pasado, y que
a raíz de su curación han desarrollado una fuerte compasión por los que sufren.
Con
el tiempo, sus heridas se convirtieron en dones que les permitieron
sentir más profundamente las cosas y mostrar más compasión por los demás. En
otras palabras, ¿quién mejor para ayudar a un alcohólico que alguien que está
en recuperación, que reconoce las mentiras que el alcohólico se dice a sí mismo
y que conoce el coraje que hace falta para superar esta adicción?
¿Quién
mejor para auxiliar a un hosco y colérico adolescente que un adulto cuya
adolescencia estuvo marcada por la rebeldía, el resentimiento y la inseguridad,
pero que conseguido curarse a sí mismo? Cuando alguien ya ha pasado por esas
experiencias, es más fácil desprenderse de los juicios y calificaciones, y
centrarse en la curación.
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