Adopte
la postura meditativa, regule la respiración y relájese.
Seleccione
una cualidad positiva que no posea y quiera poseer o que posea y quiera desarrollar
en mayor grado: ecuanimidad, fortaleza interior, serenidad, compasión,
tolerancia o cualquier otra. Trabaja
sobre ella. Medítela, vivénciela, cultívela, experiméntela en los más
profundo de usted mismo. Durante quince o veinte minutos canalice su mente y
sus emociones hacia la cualidad positiva, valorándola, apreciándola, tomando
consciencia de su beneficio para usted mismo y para los demás, incorporándola a
su propio modo interior, alimentándola en lo más recóndito de usted mismo.
Visualícese
a usted mismo poseyendo esa cualidad en cualquier lugar y circunstancia.
Visualícese reaccionando, sintiendo, pensando,
relacionándose como si ya poseyera esa cualidad.
Al
meditar en una cualidad positiva dejamos algo de su fragancia a las
profundidades de nuestra mente. Porque somos el resultado
de nuestros pensamientos y productos de nuestras actitudes mentales, es tan
importante cultivar procesos mentales positivos,. Todo pensamiento deja una
semilla que ulteriormente germinará. Todo proceso mental deja una huella en la
sustancia mental, como una pisada en la arena.
Debemos
meditar en cualidades positivas y luego incorporar dichas cualidades a la vida
cotidiana. Patanjali insiste en la necesidad de eliminar
las cualidades negativas mediante el cultivo de sus opuestas y también el
budismo enfatiza la necesidad de propiciar los factores sanos de la mente
mediante la meditación.
Hay yoguis que consideran de gran eficacia
efectuar la meditación en cualidades positivas unos minutos antes de conciliar
el sueño e incluso retomar la misma meditación en cuanto nos despertamos por la
mañana.
Así
la mente subconsciente sigue alimentándose con la cualidad positiva.
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