Padre amoroso, amo la vida con pasión, pero
también quisiera estar ya en tu Reino.
No pretendo huir de las
cruces o evadir las responsabilidades, sino fundirme en tu amor.
Sueño deslumbrarme con tu luz, enamorarme más de tu belleza y fundirme contigo en un éxtasis sin tiempo.
Cuando miro lo material, te veo en lo grande y lo pequeño, pero todo carece de real valor.
“Vanidad de vanidades”
como decía un sabio judío; realidades efímeras, vacías y aparentes.
Sé que me falta mucho en mi cultivo espiritual y que mi
única meta es un alma llena de amor
“Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene
sed de ti, cual tierra seca y sin agua”. Salmo 63.
Dios mío, qué bueno estar ya en tu santuario lejos de tanta vaciedad, miserias y oropel. Te amo y te deseo.
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