Madre
o padre de familia, asimila estas sugerencias y tendrás una mejor relación con
sus hijos:
1. Sé asertivo y coherente.
Es decir, habla con claridad, con razones y con la fuerza de tu ejemplo.
2. Comparte tiempo en calidad y cantidad.
Eso supone interesarte de verdad por lo que les gusta a tus hijos.
3. Armoniza autoridad con flexibilidad.
El amor te dirá cuándo exigir y cuándo transigir.
4. Estimula a tus hijos con elogios sinceros y afecto real.
Una palabra de aliento ilumina como el sol.
5. Crea genuina empatía: sé fiel a buenos principios pero sintoniza con su música y sus aficiones en lugar de decir: "ese ruido de locos", "esa pinta de salvajes".
6. Confía, cuida a tus hijos pero aprende a soltar.
Hay peligros pero más peligroso es sobreproteger y desconfiar.
7. Respeta su propio camino y anímalos a dar lo mejor de sí.
No vinieron al mundo a llenar todas tus expectativas.
8. Dales un cultivo espiritual.
Ese será su apoyo en los días fatigosos y su fuerza en todos los instantes.
No es casual que felicidad comience por fe.
Madre
o padre de familia, asimila estas sugerencias y tendrás una mejor relación con
sus hijos:
1.
Sé asertivo y coherente.
Es decir, habla con claridad, con razones y con la fuerza de tu ejemplo.
2.
Comparte tiempo en calidad y cantidad.
Eso supone interesarte de verdad por lo que les gusta a tus hijos.
3.
Armoniza autoridad con flexibilidad.
El amor te dirá cuándo exigir y cuándo transigir.
4.
Estimula a tus hijos con elogios sinceros y afecto real.
Una palabra de aliento ilumina como el sol.
5.
Crea genuina empatía: sé fiel a buenos principios pero sintoniza con su música
y sus aficiones en lugar de decir: "ese ruido de locos", "esa
pinta de salvajes".
6.
Confía, cuida a tus hijos pero aprende a soltar.
Hay peligros pero más peligroso es sobreproteger y desconfiar.
7.
Respeta su propio camino y anímalos a dar lo mejor de sí.
No vinieron al mundo a llenar todas tus expectativas.
8.
Dales un cultivo espiritual.
Ese será su apoyo en los días fatigosos y su fuerza en todos los instantes.
No es casual que felicidad comience por fe.
1. Sé asertivo y coherente.
Es decir, habla con claridad, con razones y con la fuerza de tu ejemplo.
2. Comparte tiempo en calidad y cantidad.
Eso supone interesarte de verdad por lo que les gusta a tus hijos.
3. Armoniza autoridad con flexibilidad.
El amor te dirá cuándo exigir y cuándo transigir.
4. Estimula a tus hijos con elogios sinceros y afecto real.
Una palabra de aliento ilumina como el sol.
5. Crea genuina empatía: sé fiel a buenos principios pero sintoniza con su música y sus aficiones en lugar de decir: "ese ruido de locos", "esa pinta de salvajes".
6. Confía, cuida a tus hijos pero aprende a soltar.
Hay peligros pero más peligroso es sobreproteger y desconfiar.
7. Respeta su propio camino y anímalos a dar lo mejor de sí.
No vinieron al mundo a llenar todas tus expectativas.
8. Dales un cultivo espiritual.
Ese será su apoyo en los días fatigosos y su fuerza en todos los instantes.
No es casual que felicidad comience por fe.
Es decir, habla con claridad, con razones y con la fuerza de tu ejemplo.
Eso supone interesarte de verdad por lo que les gusta a tus hijos.
El amor te dirá cuándo exigir y cuándo transigir.
Una palabra de aliento ilumina como el sol.
Hay peligros pero más peligroso es sobreproteger y desconfiar.
No vinieron al mundo a llenar todas tus expectativas.
Ese será su apoyo en los días fatigosos y su fuerza en todos los instantes.
No es casual que felicidad comience por fe.
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