A medida que los médicos y los
pacientes se preocupan por el efecto de los analgésicos, los terapeutas
descubren que pueden ser un poderoso ungüento para el sufrimiento.
En las dos últimas décadas, cuando la
crisis de los opioides ha estremecido la opinión pública sobre los analgésicos
y las empresas farmacéuticas han sido criticadas por sus prácticas de
comercialización, muchos pacientes buscan alternativas. Una de las principales
es tratar el dolor con terapia conversacional.
Psicólogos,
terapeutas y trabajadores sociales se han convertido silenciosamente en una
parte crucial de los programas de tratamiento del dolor, demostrando ser tan
efectivos o más que la medicación. En 2018, la revista médica The Lancet incluso llegó a recomendar la
educación y el tratamiento psicológico como intervenciones de primera línea
para el dolor lumbar crónico, antes del tratamiento farmacológico.
Aun
así, encontrar el asesoramiento adecuado para el dolor puede requerir un poco de esfuerzo por parte del
paciente. He aquí algunas cosas que hay que tener en cuenta antes de empezar.
¿Qué hace un psicólogo del dolor?
Muchos psicólogos especializados en el dolor tratan el dolor crónico con la terapia cognitivo-conductual, o TCC, que se centra en replantear los pensamientos para afectar positivamente a la conducta y las emociones, o con la atención plena, que implica aprender a ser consciente de los sentimientos sin reaccionar ante ellos. La terapia de aceptación y compromiso combina la atención plena y la TCC para ayudar a los pacientes a aceptar sus emociones y responder a ellas.
Otro
método que utilizan los psicólogos para tratar el dolor es la biorretroalimentación, que monitoriza en
tiempo real la tensión muscular, el ritmo cardíaco, la actividad cerebral u
otras funciones de una persona para que los pacientes sean conscientes
de su estrés y aprendan a controlarlo. Por último, algunos clínicos utilizan la hipnosis, que puede
ser eficaz para controlar el dolor en algunas personas.
Lo que
unifica a todos estos tratamientos es el enfoque de enseñar a los pacientes cómo pueden utilizar sus
mentes para controlar su dolor.
“Definitivamente es un reto pasar del
diagnóstico inicial del dolor a la atención psicológica, independientemente del
sistema en el que te encuentres”, dijo Aaron.
Pero la mayoría de los expertos
coinciden en que hay una escasez de psicólogos centrados en el dolor, al
igual que ocurre con otros profesionales de la salud mental.
Si te
interesa probar un terapeuta del dolor, dijo Aaron, la primera parada es tu
médico de atención primaria. Algunos planes de seguro cubren la psicología del dolor, pero otros no.
Es importante hablar primero con un profesional de la salud mental sobre cómo
conseguir que el tratamiento sea cubierto.
Algunos expertos recomiendan trabajar
con profesionales con licencia y doctorados o maestrías en psicología o trabajo
social clínico con formación adicional en dolor crónico, y entrevistarlos sobre
su formación y enfoque antes de empezar.
“Si no pueden dar una respuesta clara
sobre su enfoque o cómo tratarían tu problema de dolor específico,
probablemente no tienen una buena formación”, dijo Garland.
Lo más
importante es que te sientas en
una posición lo suficientemente cómoda como para abrirte con ellos.
Zeidan
recomienda probar diferentes métodos a la vez: terapia individualizada, cursos de manejo del dolor y
terapia de grupo. “En realidad, no sabemos cuál es la varita mágica porque
probablemente no haya ninguna que cure el dolor. Así que probar, validar y
optimizar múltiples enfoques es un paso fundamental”.
Darnell
dijo que la tecnología
podría ofrecer nuevas alternativas, ya que muchas de las herramientas
psicológicas que han demostrado disminuir el dolor pueden aprenderse y
compartirse con una formación mínima. Ella ha creado un programa, basado
en la TCC y otros modelos, llamado Empowered Relief, que es asequible y puede
realizarse desde la propia casa.
Darnell
destacó que el
asesoramiento psicológico es solo un componente de un programa de tratamiento
para el dolor crónico, que también puede incluir medicación o cambios en
el estilo de vida.
“No se trata de tratamientos psicológicos ni de medicación”, dijo
Darnall. “Es un menú, y los pacientes pueden quedarse con dos o tres opciones
diferentes que ofrecen una buena fórmula para ellos”.
Muchos psicólogos especializados en el dolor tratan el dolor crónico con la terapia cognitivo-conductual, o TCC, que se centra en replantear los pensamientos para afectar positivamente a la conducta y las emociones, o con la atención plena, que implica aprender a ser consciente de los sentimientos sin reaccionar ante ellos. La terapia de aceptación y compromiso combina la atención plena y la TCC para ayudar a los pacientes a aceptar sus emociones y responder a ellas.
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