La
asombrosa historia del atleta norteamericano Glen Cunningham es motivante y
rica en fe.
A los ocho años sufrió graves quemaduras, perdió los dedos del pie izquierdo y un médico soberbio sentenció: "Nunca podrá caminar".
Pero él confió, perseveró dos años con fatigosas terapias, ejercicio, y enderezó sus piernas.
Paso a paso avanzó en su recuperación con una tenacidad superlativa y una fe inquebrantable.
Era una de esas personas que no se doblegan y logran lo mejor con tres fuerzas: deseo, disciplina y dedicación.
Cunningham progresó y fue uno de los atletas más grandes de todos los tiempos.
Nacido en 1909 este ser extraordinario logró cinco récords mundiales de pista y lo llamaban "El Volador de Kansas".
Ah, dan pena los médicos que dicen: "No vuelve a caminar", o "le quedan tres meses de vida".
Saben algo del cuerpo y casi
nada del espíritu y la mente.
A los ocho años sufrió graves quemaduras, perdió los dedos del pie izquierdo y un médico soberbio sentenció: "Nunca podrá caminar".
Pero él confió, perseveró dos años con fatigosas terapias, ejercicio, y enderezó sus piernas.
Paso a paso avanzó en su recuperación con una tenacidad superlativa y una fe inquebrantable.
Era una de esas personas que no se doblegan y logran lo mejor con tres fuerzas: deseo, disciplina y dedicación.
Cunningham progresó y fue uno de los atletas más grandes de todos los tiempos.
Nacido en 1909 este ser extraordinario logró cinco récords mundiales de pista y lo llamaban "El Volador de Kansas".
Ah, dan pena los médicos que dicen: "No vuelve a caminar", o "le quedan tres meses de vida".
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