En una interesante publicación de la Unesco titulada 'La educación encierra un tesoro' se definen cuatro pilares básicos que debemos como adultos responsables empezar a aplicar desde ya:
- Aprender a conocer,
- Aprender a hacer,
- Aprender a ser
- Aprender a vivir juntos (Convivir).
Este último pilar constituye hoy una urgencia absoluta para la especie humana y está relacionado, en gran medida, con la tolerancia, entendida como el respeto y la consideración hacia otras maneras de pensar, de hacer y de sentir.
La tolerancia es reconocer que el ser humano es diferente según su contexto cultural y social. Es importante resaltar que tolerar es algo muy distinto a soportar, y que la tolerancia difiere mucho de la indiferencia con la que algunas veces, equivocadamente, se relaciona.
La tolerancia se define hoy como un respeto activo. Este respeto activo usualmente desemboca en un sentimiento de solidaridad, constituyente necesario y posible del tejido social.
¿Cómo pueden los padres de familia inducir e inculcar la tolerancia en los hijos? Un viejo proverbio dice que "Fray ejemplo es el mejor predicador". Recordemos que en la crianza el ejemplo arrastra y que los padres deben constituirse en verdaderos arquetipos para sus hijos.
Además de lo anterior, algunas recomendaciones pueden ser útiles:
- Hablar sobre tolerancia.
- Identificar actitudes intolerantes y analizarlas y confrontarlas con los hijos.
- Apoyar a los niños que son víctimas de intolerancia.
- Alentar a los hijos a participar en actividades comunitarias.
Tengamos presente que la lucha contra las formas graves de intolerancia (sexismo, racismo, xenofobia y explotación) debe iniciarse con educación desde la familia como elemento socializador primario de los niños. Para que no perdamos de vista la condición de justicia y equidad frente a los niños, recordemos esta bella reflexión: "Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos".
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