En un mundo por lo general
muy ruidoso crea el buen hábito de deleitarte con el silencio interior y
exterior.
Es una maravillosa vivencia que te apacigua y te permite estar con Dios
en el palacio real del espíritu.
Todos los sabios y místicos
han amado el silencio, conscientes de que regala paz, descanso y sabiduría.
Jeshúa buscaba con frecuencia lugares sosegados junto al lago de Galilea
o en lo alto de las colinas.
Aprende pues a aquietar tu
mente porque así alcanzas el silencio interior que es el más importante.
Aquieta tu mente con
la práctica constante de la relajación y la meditación que te regalan
tranquilidad.
Es importante crear
un hábito para no apelar a esa fantástica experiencia solo cuando estás en un
oscuro hueco.
Lo mejor es de mañana, al menos unos 20 minutos de los 1440 del día. Hazlo y te darás
un gran regalo. “Logra que tu mente descanse en paz” Lao Tse.
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