El maestro llevó al
discípulo a las proximidades de un lago. Hoy voy a enseñarte qué significa
verdadera devoción, le dijo.
Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y, sujetándole la cabeza, se la empujó bajo el agua.
Transcurría el tiempo y
el joven comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del
maestro y poder volver a la superficie.
Al fin, sacó todas sus fuerzas, se soltó y con el corazón acelerado, consiguió erguirse, jadeante.
El maestro esperó a que se
calmara, y le dijo: Lo hice para que comprendas lo que logramos cuando hacemos algo con toda la energía.
- Si hubiera querido matarte, lo habría hecho. Solo quería preguntarte: ¿qué sentías mientras estabas
bajo el agua?
- ¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que
deseaba en esta vida era respirar un poco de aire y no ahogarme!
Perfecto, la verdadera devoción solo aparece cuando tienes un deseo vehemente y
te sientes morir si no consigues realizarlo.
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