Según cifras oficiales en
2015 hubo en Japón más de 2.000 suicidios por karoshi o exceso de trabajo, pero
muchos casos no se denuncian y el mal ha crecido.
Las víctimas mueren de repente por fatiga laboral acumulada o, presionadas por la
inacabable carga de
trabajo, se deprimen y se suicidan.
La agencia de publicidad japonesa Dentsu, quinta del mundo en ingresos,
fue sancionada hace días con una risible multa de 3.700 euros.
¿Motivo? El suicidio de Matsuri Takahashi, joven empleada que entró en depresión como consecuencia de karoshi.
Ella, de 24 años, saltó desde el dormitorio de su empresa el 25 de
diciembre de 2015. Se
quejaba en Twitter de la fuerte carga laboral: “Otra vez tengo que
trabajar el fin de semana. Quiero morir” decía uno de los textos divulgados
después de que su madre demandó a Dentsu.
Llegó a trabajar 105 horas
extras, 25 horas más de las 80 a partir de las cuales un caso de fatiga se
considera “accidente laboral”.
La ridícula sanción a Dentsu por intereses económicos, perpetúa esa plaga en un país donde te inculcan desde niño el aguante. En Colombia también hay karoshi.
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