No
pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria.
Enséñame el arte de los pequeños pasos.
Hazme
hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano,
los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente mi tiempo: dame la
capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.
Te
pido fuerza, autocontrol y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y
organizar sabiamente el curso del día.
Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor
posible, y a reconocer que esta hora es la más importante.
Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo
debe salir bien.
Otórgame
la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos son
oportunidades en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor
de decirme la verdad con amor.
Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que
sufren. Permíteme entregarles en el momento precisó un instante de bondad, con
o sin palabras.
No
me des lo que yo pido, sino lo que necesito.
En
tus manos me entrego.
Enséñame
el arte de los pequeños pasos!
Amén.
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