En
el oriente hay millares y millares de monjes mendicantes que viven con lo
mínimo necesario.
Están entregados a lo espiritual, van de casa
en casa y reciben hospedaje y sustento por un día o varios.
Nadie
se niega a acogerlos por una noche o a llenar su escudilla de alimento, los
respetan y los valoran.
Su lección para el mundo es recordarnos que estamos de
paso y que no hay que apegarse a lo material.
Solo tienen su humilde vestido y raudales de paz, armonía, pureza y
espiritualidad. Viven
centrados en lo esencial.
Con su sencillez y su pobreza pulverizan la
idolatría del dinero y el poder de una sociedad desenfocada.
Es
bueno pensar en ellos y en los santos occidentales cultores también del amor,
la humildad y el desapego.
Ser ricos espiritualmente es el único sendero
que conduce a la paz y la felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios