El filósofo francés Montaigne, 1533-1592, es uno de los pocos que en
sus famosos Ensayos profundizó la realidad de la muerte.
Siguiendo a Cicerón dijo: “filosofar no es otra cosa que
prepararse a morir” y no veía la muerte como una aguafiestas.
Escribió:
“Los egipcios en medio de sus festines y
sus mejores banquetes, hacían
sacar la calavera de un hombre, como advertencia a los convidados”.
Montaigne hizo referencia a la historia del
literato ruso León Tolstoi sobre Iván Illich, un hombre que:
“Enfrentado con la realidad de que le quedaba muy poco tiempo, adquirió de pronto lúcida conciencia de cómo había disipado su vida.
Esta idea le hizo crecer tanto en su interior que fue capaz de
llenar de un sobreabundante sentido una vida al parecer tan insensata”.
“No sabemos dónde nos espera la muerte;
esperémosla en cualquier lugar.
La
premeditación de la muerte es premeditación de la libertad.
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