El
chantajista emocional es un tipo de persona habituado a manipular a los demás
para conseguir beneficios personales. Es decir, que se ha acostumbrado a
utilizar métodos para limitar de poder de decisión de sus víctimas hasta
conducirlas hasta una decisión determinada.
Sin embargo, hay algunas características que distinguen a
los chantajistas emocionales de otra clase de manipuladores y, de hecho, en
muchos aspectos son más difíciles de detectar de lo normal. Es por eso que es
bueno conocer algunas señales de alerta para identificar los patrones de
comportamiento que delatan a estas personas.
El
perfil del chantajista emocional
No todos los chantajistas emocionales tienen por qué
presentar todas estas características, aunque tienden a presentar una buena
parte de ellas. Hay que tener en cuenta que el chantajismo emocional no es un rasgo de personalidad,
sino un modo de relacionarse, o dinámica relacional, que ha sido
aprendida e interiorizada, muchas veces incluso de forma casi inconsciente.
Eso significa que el rango de tipos de personalidad que
hay detrás de los chantajistas emocionales puede variar, aunque hay algunos más
propensos que otros a caer en este tipo de comportamiento. Así pues, para reconocer a los
chantajistas emocionales no es tan importante estudiar la personalidad del
otro, sino ver en tiempo real cómo interactúa con los demás.
Pasemos
ya a los rasgos y hábitos propios del chantajista emocional.
1.
Muestran vulnerabilidades de forma artificial
Es muy típico de los chantajistas emocionales hablar de o
referirse tácitamente a sus propias debilidades incluso cuando eso no encaja
bien con el tema del que se está hablando. Resulta relativamente normal hablar
de forma disruptiva sobre aquello que nos pone tristes o que nos hace sentirnos
“débiles”, ya que muchas veces necesitamos aprovechar cualquier momento de
interacción social para expresar nuestros sentimientos. Sin embargo, en los
chantajistas emocionales esto se ha transformado en un hábito y ocurre con una
frecuencia mayor de la habitual.
Normalmente, esta clase de comentarios “gratuitos” y
fuera de contexto pueden ser interpretados como una señal de alerta de que la
otra persona se siente muy mal, en vez de reconocer en ellos una estrategia para
manipular. El siguiente hábito permite distinguir mejor lo que está ocurriendo
realmente.
2.
Los comentarios victimistas van orientados a unas pocas personas
Los chantajistas emocionales no realizan esta clase de
comentarios pesimistas ante cualquier persona con la que tienen confianza, sino solo ante aquellas a las
que se quiere manipular.
Esto es algo que revela el afán instrumental de este
comportamiento; no se trata simplemente de pedir ayuda, sino de hacer que
alguien en concreto haga algo determinado.
3.
El uso instrumental de indirectas
Los chantajistas emocionales utilizan la ambigüedad a su
favor para hacer que determinadas personas empiecen a pensar que tienen motivos
para sentirse culpables. Es por eso que suelen recurrir a indirectas publicadas
en redes sociales de forma pública o casi pública, textos relativamente cortos
(para asegurarse de que sean leídos en su totalidad).
Ante la incertidumbre de si el mensaje va dirigido a uno
mismo y la tensión que esto produce, tendemos a abandonar el estilo de
pensamiento lógico y pasamos a utilizar el pensamiento blando, es decir,
intuitivo y basado en lo emocional.
De
esta forma, los chantajistas emocionales consiguen un efecto muy curioso; como
notamos que nos sentimos mal ante la incertidumbre, interpretamos ese malestar
producida por la propia ambigüedad del mensaje como una señal de nuestra
culpabilidad.
4.
La difusión del rumor del conflicto
Los chantajistas emocionales rara vez expresarán señales
de enfado o enemistad ante las personas a las que quieren manipular, pero
pueden inocular la idea de tensión no resuelta esparciendo rumores a través del
círculo social de la persona.
Por ejemplo, ante los demás, y de forma privada, pueden
realizar declaraciones que muestren una cierta tristeza por el alejamiento o la
supuesta indiferencia que supuestamente está haciendo de la víctima una persona
más fría, individualista y egocéntrica. Todo esto, por supuesto, no se explica
de forma directa, sino mediante insinuaciones.
Cuando unas cuantas personas de nuestro círculo social
han percibido esta idea, es más fácil llegar a suponer que todos los demás
están en lo cierto y que uno mismo está equivocado. Si analizásemos más lo que
los demás creen sobre nosotros llegaríamos a la conclusión de que también ellos han sido manipulados
como estrategia para afectarnos de forma indirecta. Sin embargo, la “ley del
silencio” y las convenciones sociales hacen que investigar sobre el asunto sea
complicado.
5.
Actitud pasivo-agresiva desconcertante
Los chantajistas emocionales no utilizan la actitud
pasivo-agresiva constantemente, pero sí en momentos clave, para que su uso
tenga unos efectos más potentes.
Esto
significa que en ciertas ocasiones la otra persona actuará como si no esperase
nada de la víctima, de un modo tan teatral que parece querer decir lo
contrario: “podrías estar haciendo mucho más por mí”.
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