Un místico no es alguien de otra dimensión, un
iniciado o un ser sumergido en un ámbito misterioso.
Es alguien que vive inmerso en Dios, que sabe amar y practica la aceptación y el desapego.
Hay místicos en las ciudades y pasan desapercibidos porque no tienen títulos, poder, ni abolengos.
Son personas humildes y compasivas en las que pocos reparan, ricas en bondad y equilibrio.
Su vida es un canto sagrado y por donde pasan dejan buenas huellas y esparcen su luz.
Algo que tú también puedes vivir y para lograrlo sòlo necesitas entrar en tu interior y vivir en Dios.
El místico logra algo admirable y envidiable: una amorosa síntesis en la que desaparecen los opuestos.
Es alguien que vive inmerso en Dios, que sabe amar y practica la aceptación y el desapego.
Hay místicos en las ciudades y pasan desapercibidos porque no tienen títulos, poder, ni abolengos.
Son personas humildes y compasivas en las que pocos reparan, ricas en bondad y equilibrio.
Su vida es un canto sagrado y por donde pasan dejan buenas huellas y esparcen su luz.
Algo que tú también puedes vivir y para lograrlo sòlo necesitas entrar en tu interior y vivir en Dios.
El místico logra algo admirable y envidiable: una amorosa síntesis en la que desaparecen los opuestos.
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