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ANTE LA CRISIS, UNIÓN FAMILIAR

Ante la ola mundial de desequilibrio económico, los anuncios de recortes de personal en empresas y la incertidumbre por el futuro financiero, es tiempo no sólo de hacer un plan que permita no sólo proteger el bolsillo de la familia, sino también su unidad en tiempos de crisis.

“Para muchas personas el sustento emocional viene de la seguridad económica”.

“Entonces al haber bajas, hay que reorientar esfuerzos y a veces son oportunidades muy buenas para generar nuevos proyectos o acciones, cambiar de giro o ser más creativos”.

Sin embargo, esta perspectiva no es la primera que se instala en la mente de una persona ni de su familia al recibir la noticia de un despido, aún cuando sea justificado.

“De entrada, al 99 por ciento de los seres humanos les pega como si fuera algo contra ellos, como una agresión y la reacción es negativa, de defensa o de enojo. Sería contrario a la naturaleza tomarlo positivamente”.

“La crisis que entra en una familia es emocional y no hay otra forma de sortearla que empezar a organizarse emocionalmente y luego de ésta, sigue la organización de nuestros pensamientos”.

La autoestima como aliada
Lo primero que hay que hacer cuando llega un despido al hogar es cuidar lo más valioso que existe: La autoestima.
¿Cómo? Darse cuenta que un sueldo o un empleo no es todo lo que una persona es. Además de ser el proveedor o proveedora de la casa se es el padre, la madre, el protector, el apoyo.


“Cuando te pega en el autoestima todo tu ser se colapsa porque piensas que sólo eres eso, que ganas el respeto de tu familia, tu mujer, el estatus en tu casa porque traes el dinero, pero eso no te define”.

“Por eso es importante repetirte que eres el padre o la madre, la fuente de respeto, de amor, de concordia, de unión y sabiduría, no sólo el dinero, y eso es lo más difícil de ver en una crisis”.

En este sentido lo recomendable es no tener miedo de comunicarle a la familia la noticia. Ellos deben enterarse que aunque estén acostumbrados a ciertas cosas, debe haber ajustes.

“Algunos papás fingen salir a trabajar, pero se van a tomar el café y buscar trabajo, pensando que están protegiendo a su familia, pero realmente se protegen a ellos mismos y no es una actitud correcta pues aumenta la tensión y el estrés”.

La familia como escudo
Cuando el proveedor de la casa es despedido lo ideal es que convoque a una junta para hablar con los demás integrantes de la familia, para afirmar valores y luchar por la unidad.


Lo mejor es evitar en todo momento los reproches a los hijos o a la pareja o presionarlos para que ayuden consiguiendo un trabajo o buscando una actividad remunerada.

Se trata de explicarles que hay que cubrir primero las necesidades básicas como servicios básicos, colegiaturas escolares y empezar con el plan de recesión de acuerdo a los recursos disponibles.

“A veces la familia no está de acuerdo con tener al papá todo el día en la casa, y cuando esto pasa el padre actúa queriendo organizar todo para recuperar esa ocupación que tenía laboralmente y lo que acaba haciendo es hartando a los demás”.

La recomendación es darse oportunidad para hacer otras cosas que ocupen su tiempo como deportes, o una actividad con una pequeña remuneración económica, pero con la intención de sentirse productivo, porque se es persona a pesar de la contingencia laboral.

Una reunión familiar, sin embargo, no soluciona todo.

“(La idea) es demostrarse que los miembros de la familia tienen un lazo que va más allá de si hay dinero para pagar el manicure o las clases de gimnasia, por eso es importante no regañar, no señalar, no corregir”.

Los hombres, deben tener claro que pueden aceptar que necesitan ayuda y tener humildad para buscar opciones de solución para evitar ver a la familia como el enemigo.

El soporte de la pareja
En pareja es conveniente fomentar pequeñas pláticas para recordar las razones por las que están juntos, qué los motivó a unir sus vidas para ir fortaleciendo el lado positivo de la relación.


“Ahí empieza el verdadero trabajo, cuando los dos se dan cuenta que está juntos porque querían, estuvieran bien o no”.

“Parecería algo cursi, pero realmente eso es lo que nos une a los hombres y a las mujeres, el sentirnos apoyados en las situaciones altas y bajas, hay que seguir recordando eso”.

Se trata de platicar las cosas buenas que les han pasado, cómo se conocieron, los detalles que tuvieron para provocar un sentimiento de bienestar.

“Tenemos que alimentarnos de eso, de hablar de quiénes somos como pareja antes de esto”, recomienda Suárez, “porque podemos vivir sin luz, sin gas, o sin agua si tú quieres, pero con la tranquilidad de que alguien nos va a apoyar, siempre habrá una persona que nos va a dar la mano, hay que tener confianza en eso”.

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