Se cuenta que un rey en extremo engreído fue a visitar a un sabio maestro y le pidió un buen consejo.
- Dime, primero, si estás dispuesto a escuchar una verdad dolorosa, le dijo el sabio.
El rey asintió de mala gana y el maestro le comentó:
- Para los otros eres un rey, para Dios eres un esclavo del orgullo
que se nutre de la aprobación ajena.
Estás prisionero de tu Ego y solo cuando seas humildes rey de ti mismo, de otros serás, y estarás en paz.
La historia no cuenta qué sucedió con ese monarca y si se realizaron cambios internos.
Para nadie es facil dejar de buscar aprobacion y silenciar un Ego que vive del reconocimiento.
Por eso crece en humildad, una virtud dorada que te acerca a Dios ya los demás.
Nada le hace más daño al espíritu que la soberbia y nada lo eleva más que la sencillez.
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