El filósofo alemán Federico Nietzsche
siempre le dio mucha importancia a la voluntad, con sobrada razón. En efecto, una persona sin voluntad es una
veleta, un ser frágil que termina dominado por los vicios y por los demás.
Alguien
así sucumbe en las crisis, rehuye
el esfuerzo, no tolera la frustración o acaba como un adicto. Por eso
las personas sabias insisten en educar la voluntad con disciplina y mucha
dedicación.
Eso supone saber decir no a los demás y
a sí mismo, fijar límites y saber controlar los instintos. Tu voluntad es recia
si la entrenas con el autocontrol, te exiges, te pules y cumples tus
compromisos,
Un líder hace esa labor de escultura
con su equipo y los otros un día ven que aquel que les exige los ama y el que los deja hacer lo que
quieran los mutila y los destruye.
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