Dicen que las flores no dejaban de cantar tu
nombre, tu nombre, cariño. Que las olas de los mares te
hicieron un chal de espuma, de nubes y lirios. Y la Luna
no se convenció y bajó a
mirarte el corazón. Al mirarte, dijo que no había visto un Sol radiante más bello
que mi bendición.
Tenerte, besarte, andar de la mano contigo, mi
cielo, mirarte, decirte un te quiero al oído. Yo te lo
digo: ¡Qué bendición!
Dicen que las palmas aplaudían al oír tus
pasos, tus pasos, cariño. Que los ríos salen de su cauce al contemplar tus ojos divinos.
Y un lucero no se convenció y bajó a mirarte el corazón. Al mirarte, dijo que no había
visto Luna llena más bella que mi bendición.
Cuando me hablas, oigo un coro de amor para
dos, el falsete de un te quiero pegado a tu voz. ¡Qué bendición!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios