Siempre se vuelve, aunque el alma lo niegue,
aunque los pasos se pierdan en caminos lejanos,
aunque el tiempo, con su nieve callada,
nos haya cubierto de inviernos las sienes.
Siempre se vuelve al amor primero,
a la calle que un día nos
vio partir,
al eco de un nombre susurrado en sombras,
a la luz temblorosa de un viejo sentir.
¿Qué es la vida sino un soplo fugaz,
un vaivén entre lo que fue y lo que duele,
un
puente de sueños que nunca envejece
porque el alma aún
busca lo que no olvida?
Y aunque el miedo nos cierre los ojos,
aunque el pasado nos tienda su lazo,
siempre en el pecho queda una llama,
una humilde esperanza,
que
es toda la fortuna del corazón.
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