Cuando me besas, siento cómo todo un
océano corre por mis venas, como si en ese instante todo cobrara vida. Nacen
flores en mi cuerpo, un jardín secreto que solo tú puedes ver, y cuando me abonas
y me podas, soy feliz. Sobre mi lengua, se desviste un ruiseñor que canta solo para nosotros, mientras
entre sus alitas nos amamos sin pudor.
Cada beso tuyo es más que un simple contacto. Un
premio Nobel le regalas a mi boca, un reconocimiento de lo que sentimos
en cada beso. Te abres y cierras como ala de mariposa, y tu saliva bautiza mi
ilusión, haciéndome sentir
que todo tiene sentido. Con cada beso, me muerdes hasta el fondo la razón, y un gemido se desnuda
desde tu voz, tan profundo que me dobla el corazón.
Es como si con cada beso se prendieran todas las
estrellas en el cielo, una aurora única que solo tú y yo podemos ver. Sobre
mi lengua, el ruiseñor
sigue cantando, y entre sus alitas, nos perdemos, nos
encontramos, y nos amamos sin reservas.
Cada beso
tuyo es un milagro, tiembla
la luna sobre el río y en ese temblor, se reboza toda la magia que compartimos.
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