Es
cierto que el amor y el miedo son dos emociones opuestas que no pueden
coexistir en el mismo momento. El amor es una emoción positiva que nos hace
sentir bien y nos conecta con los demás, mientras que el miedo es una emoción
negativa que nos genera incertidumbre y nos aleja de los demás.
Cuando
estamos en una relación basada en el amor, nos sentimos seguros y confiados, y
no tenemos miedo de ser vulnerables o de compartir nuestras emociones con la
otra persona. El amor nos brinda un sentido de protección y seguridad, y nos
permite establecer un vínculo profundo y significativo con la otra persona.
Por
otro lado, cuando hay miedo en una relación, esto puede llevar a la
inseguridad, la desconfianza y la tensión, lo que puede socavar la relación y
alejar a las personas.
El
miedo puede surgir en una relación por diferentes motivos, como la
incertidumbre sobre el futuro, la inseguridad en uno mismo, o el miedo a ser
lastimado o rechazado. Sin embargo, es importante trabajar en nuestro propio
miedo y aprender a confiar en el amor y en la otra persona, para poder tener
una relación sana y positiva.
REFLEXION
Lee la Primera Carta del Apóstol Juan, rica en sabiduría y valiosas enseñanzas.
En ella se nos invita a andar en la luz porque Dios es Luz y en Él no hay tinieblas.
También somos llamados a vivir como hijos de Dios, amarnos como hermanos y vivir en la rectitud.
El amor a los otros se prueba sobre todo en la necesidad y, por eso, dice el apóstol:
“Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón al hermano en apuros, ¿cómo puede estar en el amor de Dios?”.
Según los biblistas en este pasaje está el culmen de toda la Biblia: “El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor”.
“En el
amor no hay temor y quien teme no conoce el amor perfecto”
En resumen, en el amor no hay miedo. El amor es una emoción que nos hace sentir bien y nos conecta con los demás, mientras que el miedo es una emoción negativa que nos aleja de los demás. Es importante trabajar en nuestro propio miedo y aprender a confiar en el amor, para poder tener relaciones saludables y significativas.
LA RESIGNACIÓN Y LA ACEPTACIÓN
La
resignación y la aceptación son dos actitudes diferentes ante las situaciones
de la vida. La resignación se refiere a la sensación de derrota o rendición
ante una situación que consideramos como inmutable o irresoluble. Es una
actitud pasiva que nos hace sentir impotentes y desanimados ante los desafíos
de la vida.
Por
otro lado, la aceptación es la capacidad de entender y aceptar la realidad tal
y como es, sin resistirnos o luchar contra ella. Es una actitud activa que nos
permite afrontar las situaciones de la vida con más equilibrio y serenidad, y
nos brinda la oportunidad de encontrar soluciones y crecer a partir de ellas.
La
aceptación no significa que estemos de acuerdo con todo lo que nos sucede, sino
que reconocemos la realidad y nos hacemos responsables de nuestra propia vida.
Nos libera del sufrimiento y nos permite centrarnos en lo que podemos controlar
y cambiar.
Es
importante diferenciar entre la aceptación y la resignación, ya que la primera
nos brinda la oportunidad de crecer y superar los desafíos de la vida, mientras
que la segunda nos limita y nos hace sentir impotentes. La aceptación nos
permite vivir una vida más plena y satisfactoria, mientras que la resignación
nos hace sentir insatisfechos y descontentos.
REFLEXION
La resignación te frena y la aceptación te eleva.
Resignación es creer que no puedes
cambiar tu realidad.
La comprensión de ningún modo es
indiferencia,
y la aceptación jamás
podrá ser resignación.
Pobre
aquel que se cree y se
siente impotente e incapaz ante la vida, pues el ser sabio conoce el poder mágico de la
aceptación.
Aceptación
es comprender que cualquier circunstancia, aunque se vea "mala" cumple un propósito de
amor.
Es asumir que la realidad aunque sea
dura está allí para el desarrollo de la conciencia.
Es sabio reconocer las leyes que rigen
el Universo y eso nos libera de la posibilidad de volver a sufrir.
La aceptación genera en ti las
cualidades maravillosas del amor:
la convivencia en paz total con todos los seres del universo.
También la expresión constante del amor
y la valoración de todas las circunstancias de la vida.
En
resumen, la resignación y la aceptación son dos actitudes diferentes ante las
situaciones de la vida. La aceptación nos permite afrontar las situaciones con
equilibrio y serenidad, y nos brinda la oportunidad de encontrar soluciones y
crecer, mientras que la resignación nos limita y nos hace sentir impotentes. Es
importante aprender a aceptar la realidad tal y como es, para poder vivir una
vida más plena y satisfactoria.
Lee la Primera Carta del Apóstol Juan, rica en sabiduría y valiosas enseñanzas.
En ella se nos invita a andar en la luz porque Dios es Luz y en Él no hay tinieblas.
También somos llamados a vivir como hijos de Dios, amarnos como hermanos y vivir en la rectitud.
El amor a los otros se prueba sobre todo en la necesidad y, por eso, dice el apóstol:
“Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón al hermano en apuros, ¿cómo puede estar en el amor de Dios?”.
Según los biblistas en este pasaje está el culmen de toda la Biblia: “El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor”.
En resumen, en el amor no hay miedo. El amor es una emoción que nos hace sentir bien y nos conecta con los demás, mientras que el miedo es una emoción negativa que nos aleja de los demás. Es importante trabajar en nuestro propio miedo y aprender a confiar en el amor, para poder tener relaciones saludables y significativas.
La resignación te frena y la aceptación te eleva.
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