La
humanidad ha superado plagas y pestes mil veces más duras que la actual.
La
peste negra, 1347-1351, llegó del Asia, acabó con entre el
30 y el 50% de la población de Europa. Mató a 200 millones de personas.
Los estudiosos demuestran con datos como,
después su devastación, los
humanos impulsaron bastantes cambios muy positivos.
La
viruela mató a 56 millones por allá en 1400.
La
3ª peste a 12 millones en 1885.
La
gripe española de 40 a 50 millones en 1918.
Sí,
lo de ahora es grave y muchos sufren, pero si nos cuidamos y cumplimos con el
encierro, esto pasará y nos enseña muchas cosas.
Las
ayudas son vibrar en amor puro, afianzar la fe en Dios y en ti, estrechar lazos
de unión con los que amas.
Despertar
tu creatividad para espantar el tedio, jugar, leer, escuchar linda
música, reflexionar, relajarte, meditar, ser más espiritual.
¡Oh!
Un ser microscópico nos tiene en vilo y socava el ego
macro-colosal de muchos. Todo
es perfecto en la aparente imperfección.
Puedo
aprender mucho de este arduo confinamiento, con un cambio total en mis
rutinas diarias y mi acelere, y acaso con miedos.
Doy gracias porque a pesar de todo soy muy bendecido ya que
hay millones en circunstancias deplorables, horribles.
He
tomado consciencia de que mi vida, la de todos y la del planeta pide un cambio
en muchas áreas.
Voy
a dedicar mucho más tiempo a mi familia y amigos, a mí mismo y a Dios
porque, en general, no lo tengo presente, o solo por momenticos.
En todos estos días he podido vivir con lo necesario y me doy cuenta
de que hay muchas cosas que no preciso para ser feliz.
Por
amor al planeta, y para no seguir acabando con él y con mi dinero, voy a dejar
de comprar tantas “necesidades innecesarias”.
Buscaré
espacios de calma para relajarme, meditar, estar sereno,
valorar todo, agradecer, compartir y dejar de correr.
Voy
a trabajar para vivir y no a vivir para trabajar. No puedo
volver a una “vida normal” porque era muy anormal.
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