Nutre
tu ser con salmos tan hermosos como el 62 y el 63 en los que hay sabiduría y
bellezas como estas: “En Dios solo descansa el alma mía, de él espero mi
salvación. Solo él es mi roca y mi salvador, es mi fortaleza, no he de
vacilar”. Salmo 62.
“Oh Dios, tú eres mi Señor, a ti te busco; mi alma tiene sed de
ti… como tierra seca, sedienta y sin agua”. Salmo 63.
Ambas metáforas son bien expresivas y
poderosas: Dios como roca
que da refugio y es fortaleza y protección.
Y qué bueno tener sed de Dios que es fuente de aguas vivas, puras y
frescas. Dios que calma siempre nuestra sed.
¿No
es eso la espiritualidad? Sí, sentir sed de Dios, amarlo,
respirarlo, sentirlo y tenerlo como el Amado.
Vivir
una comunión de amor como la que de modo erótico y
profundo describe el Cantar de los cantares en la Biblia. Léelo.
Y, claro, ser amor para todos y saciar el hambre de afecto que
sufren tantos hermanos. Hay muchas almas sedientas y saciar su sed es
ser espirituales.
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