¡Cuánto tiempo disfrutamos de este amor!
Nuestras almas se acercaron tanto que ahora guardo tu sabor en mí, como
un dulce recuerdo que nunca se apaga. Y es que tú llevas también sabor a mí,
un pedacito de lo que compartimos que siempre quedará.
Si algún
día decides negar mi
presencia en tu
vida, solo sería necesario abrazarte y conversar. Tanta vida te
di que, quieras o no, ya tienes un pedazo de mí contigo.
No pretendo ser tu dueña, porque no soy nada
y, honestamente, no tengo vanidad. De mi vida solo puedo darte lo bueno; soy
tan pobre que no sé qué más ofrecer.
Y aunque pasen mil años y más, no sé si el
amor tendrá cabida en la eternidad, pero sé que allá, tal como aquí,
llevarás sabor a mí en tu corazón.
Así que
aquí estoy, aceptando que
nuestro amor es un sabor que jamás se olvidará, una marca que el tiempo
no podrá borrar. ¡Y eso es lo que hace que todo valga la pena!

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios