Tú, la misma de siempre, la incondicional
que ha estado a mi lado. Amistad, ternura... ¿qué sé yo? Solo sé que
eres mi sombra, esa historia de un amor que, aunque no fue nada, marcó mis días.
Un hotel, tu cuerpo y un adiós; todo fue un golpe
de pasión, amor de madrugada que se sintió tan real. Pero, al
final, no existe un lazo entre tú y yo. Nada de amores, nada de nada.
Siempre
serás la misma de ayer, la
que nunca espera nada, la que se quedó en un rincón de mi corazón.
Y no sé por qué nunca supe amarte como debí.
Tú,
intensamente tú, en mis horas bajas, con ese cuerpo de mujer y un par de rosas
blancas. Pero, ¿qué
hay entre nosotros? No hubo promesas, ni juramentos, solo esa conexión que
parece no llevarnos a ninguna parte.
Te veo y me pregunto: ¿por qué no supe? Siempre estás ahí, la misma de ayer, y aunque sé que no esperas nada, hay algo en ti que sigue atrapándome. Porque al final, siempre serás tú, solo tú, la que no supe amar.

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